domingo, 14 de febrero de 2016

Escuela de Mandarines (1)



Hace milenios de milenios existía un famoso Estado, llamado Feliz Gobernación[1], aunque, en verdad, la dicha sólo pertenecía allí a unos pocos, como descubrirá quien prosiga leyendo. Seis castas formaban el suceso: unos mandarines; unos legos, auxiliares de aquéllos; unos becarios, aspirantes al mandarinazgo; unos alcaldes, lacayos rurales del Poder; unos hombres de estaca, también apodados soldados, y un Pueblo. Por encima de las castas reinaban un Gran Padre Mandarín y un Conciliador, generalmente Dictador.

Esta Introducción tiene como tiempo presente el año tres millones de aquel Estado, evo muy posterior a la Edad Clásica, aproximadamente ocurrida entre los años novecientos mil y dos millones, siglos de teorías y artes. El necesario rigor obliga a comenzar la historia cuando la Feliz Gobernación sólo era una escombrera de hombres heces y vocablos huecos, amontonados por la espada de oscuros déspotas, que imploraban la tradición y aseguraban restaurar la pasada grandeza, nunca resucitada.


[1] Feliz Gobernación: Esta expresión debe ser entendida en dos acepciones: La primera, en boca de los heterodoxos, significa el dominio tiránico y absurdo de los mandarines, legos, becarios, alcaldes y gente de estaca, subyugadores del Pueblo y del Intelecto, la segunda, ortodoxa y más antigua, denota la empresa de gobierno sometida a los Preceptos Sustantivos y Adjetivos de la Escritura.



Miguel Espinosa. Escuela de Mandarines. Editorial Regional de Murcia, 1992.

Imagen: Pintura de la dinastía Han del Este. (25-220 ne)



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