En cada pecho hay un sol sepultado,
con su pulsación clandestina,
su madriguera de temblores
y una confesión de sobrevida
en los labios.
En cada pecho, una rotura,
hueco para alojar la verdad
que no soportarían los ojos:
el aleteo de un pájaro lacerado
sostiene el mundo.
Laura Giordani. Noche
sin clausura. Amargord, 2012.
Imagen: Enrique Simonet. Anatomía del corazón, 1890.
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