Me atronca el día
sus espetos duros, sus
erizas
mitocondrias, ¡y hasta el
revés del humo
por la boca! Eso sí, yo no
mudo
mi horizonte de prójimo
sujeto a la querencia,
por más y más descobijado
ahogo entre las tripas.
Y me atronca también el
vencimiento,
y me resbalan por las pencas
abajo
tanto entrueño, bastante
hafán
y mucho de caterva. Amor,
dolor,
y lo que he visto fondamente
me ha negado.
Me atronca el parasiempre,
el anteahora,
me atronca a golpes por mi noche afuera,
por tu noche en hambres, por
la nuestra
estela de sapitos a ciegas
ponderando.
Y siempre el muro donde
clavar la estampa
debajo de una víscera
redonda.
Nonohay, hermanos, sobre
esta retorcida chapa
aquendes de consuelo,
solamente,
de balde y en canal,
cuajarones de mutuo aliento
emocionante.
Pero, venga, vamos, que se
nos quema el niño.
.
Conrado Santamaría. De vivos es nuestro juego. Ruleta Rusa,
2015.
Imagen: César Vallejo en el
bosque de Fontainebleau. Abril, 1926.
Las vísceras revientan para solaz de los fusiles.
ResponderEliminarEs el tiempo de las moscas.
No hay quien entierre todo esto.
"Es el tiempo de las moscas". Me gusta.
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