Cuando se hundieron las formas puras
bajo
el cricri de las margaritas
comprendí
que me habían asesinado.
Recorrieron
los cafés y las cementerios y las iglesias,
abrieron
los toneles y los armarios,
destrozaron
tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro.
,
Ya
no me encontraron.
¿No
me encontraron?
No.
No me encontraron.
Federico García Lorca
Tras una pelota, siempre va un niño.
Detrás de un niño, corre siempre un cura.
Dentro del cura, se aloja el barranco.
En un barranco, mataron a Lorca;
debajo del cual, trompetea Falla,
a quien se suma el cantaor Morente:
son tres tristes muertos resplandecientes
que arrastran, zombis, la funesta facha
de un microondas desenchufado.
Lorca, Falla y Morente. En un barranco.
Trotan delante de un cura, y de un niño,
en busca de esa pelota menguante
que recubra el Sacromonte de estrellas
con sus brazos en cruz de cruz de mayo.
Y entre tanto desorden, un disparo
de luz que maniata el tiempo con cándidas
cuerdas crueles. Cuerda niña. Cruel cura.
David Benedicte. Anogrexia.
Baile del Sol, 2015.
Genial Lorca. No todos podemos recordar
ResponderEliminarel día que nos asesinaron
y dejar allí
un manojo de margaritas.