Está brillando el mundo en un solo de trigal.
Para los cuatro brazos de este kilómetro cuadrado
está el sol brillando.
Cinco páginas atrás
las mujeres como tú son lapidadas.
Cuatro, y calzado como el tuyo
no lleva unos pies al hospital.
Tres, y en un título galdosiano
sales sin saber leer.
Está el Duero convenciendo al universo
de su quietud. Nada debería decir
la chillona flor del mediodía. Nada
tiene que hacer el índice enrojecido
que por el campo asoma, nada
su tenaz clamor. Es hora de callar.
(Ultra nemo
obligatur posse…)
Pero no lo hagas, amapola bendita.
Ni te rindas a la noche
ni al agua y sus mentiras.
María Ángeles Maeso. ¿Quién
crees que eres yo? Huerga y Fierro, 2012.
Imagen: Ansel Adams.
Cuando el silencio empieza a parecerse a la muerte
ResponderEliminaralguien tiene que proclamar la vida.
Un saludo
El silencio..., y la belleza y la apariencia de plenitud.
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