Normalmente un hombre en un
yate cubierto con un echarpe de martas cibelinas infunde la sospecha de ser un
magnate del azafrán. Lleva posados sobre los brazos varias docenas de
ruiseñores amaestrados que alimenta con leche hervida con canela, un atropello
para las mezzosopranos atadas de pies y manos en el camarote y que sobreviven
con berberechos. Desde que el capitalismo ha adaptado sus costumbres a la
estética del pánico los guardacostas no saben a qué atenerse. Encuentran espinas
de sirenas que flotan como modelos de alta costura, correas guarnecidas de
diamantes, disparos que no van a ningún sitio fijo. No es normal que a O´Hara
lo atropellara un jeep en Long Island y esté enterrado a cuatro pasos de
Jackson. Cuélalo si puedes en el periódico. Hace sol y francamente quería
decirte que me gusta bastante tu poesía. Mucho, tanto como las mujeres, los
hombres y los dripping de Pollock.
Juan Carlos Mestre. La bicicleta del panadero. Calambur,
2012.
Imagen: Jackson Pollock,
1950.
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