Con un pie mirando adelante
y el otro para atrás, el Curupira camina por la selva,
cuidando los animales y
haciéndoles trenzas a las palmeras jovencitas.
Los cazadores le regalan
tabacos al Curupira para que les diga sus secretos.
El Curupira se fuma los
tabacos y del humo
se forman los caminos donde
aparecen animales, árboles y frutas.
Pero los hombres no deben
llevarse todos los animales, árboles y frutas.
El Curupira podría soplar el
humo para que desaparezcan los animales, árboles y frutas.
Puede soplar todo su humo
para que desaparezcan los caminos.
También podría decirles a
los animales sus secretos para cazar a los hombres.
Juan Carlos Galeano.
Amazonia, 2003. En El consumo de lo que somos. Muestra de poesía ecológica
hispánica contemporánea. (Ed. Steven F. White). Amargord, 2014.
Imagen: Sebastiâo Salgado,
2004.
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