Al principio fueron unos
pasos en la arena
caliente arena roja,
ofensiva
unas huellas después entre
ruinas
dibujos quedaron en el
polvo, de dedos
talones, pequeños dibujos,
femeninos dibujos
sandalias de hombres con
miedo, pies
en el camino, herrumbre de
rifles, cañones
sombras de botas carcomidas
en el asfalto miles,
millones de pies heridos
pasos con lágrimas, hambres
y miradas
que se quedan en la línea
del mar
que se lanzan en el
horizonte y se sumergen en Europa
miles de pasos que llegan a
la orilla y desaparecen.
Madre quiero hablarte cuando
llegue
del corazón enorme que me
protege
me amparó de los lacerantes
alambres, de los muros
de las interminables filas
custodiadas por los pétreos uniformes
me dio agua, curó mis pies,
sanó mis huellas
me arrancó del mar que me
cubría
cantó para mí la canción de
Eisawa
Madre, tengo ahora el color
de su pelo
y sus labios me hablan en el
idioma que conozco
salam me
dicen y yo les beso
porque su pecho es igual al
mío
y sus sienes laten con mis
sienes.
Alberto Gil-Albert. En Conmovidas [abrazos para la paz].
VV. AA. Coord. Montserrat Villar y Eladio Méndez. Béjar, 2019.
Imagen: Misha Gordin
¿Son sueños?
ResponderEliminarA veces, surge lo no previsto, lo literario, lo colectivo y se preservan vidas destinadas al sacrificio.
Abrazos.
Sigamos entonces avanzando por este camino real aunando poesía, abrazos y dignidad. Salud!
ResponderEliminar