Como habían detenido a mi
padre
y pasó el Presidente que
elegimos
y dijo que todos éramos
libres, yo pedí que a mi viejo lo soltaran.
Me llevaron y me pegaron
todo un día.
No conozco a nadie en el
cuartel. No sé, no puedo
ni recordar sus caras. Era
la policía.
Cuando perdía el
conocimiento, me tiraban
agua en el cuerpo y me
seguían pegando.
En la tarde, antes de salir,
me llevaron
arrastrando a una sala de
baño,
me empujaron la cabeza
adentro de una taza
de W. C. llena de
excrementos. Me ahogaba.
«Ahora, sal a pedir libertad
al Presidente,
que te manda este regalo»,
me decían.
Me siento apaleado, esta
costilla me la rompieron.
Pero por dentro estoy como
antes, camarada.
A nosotros no nos rompen
sino matándonos.
Pablo Neruda. Canto general, 1950.
Imagen: Represión en Chile,
2019.
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