Es la sangre, el hilillo que
cae
junto a la lágrima rabia
por la cara abofeteada,
del joven grande, con los
ojos rápidos
que asustan al guarda del
patrón,
y desde ese miedo vuelve
a golpear, despacio, sin
pausa,
para conquistar su miedo, el
miedo
del nadie, el miedo
que lleve al trabajo por
miedo
a perder el sustento de la
soldada.
Esa es la última sangre de
jornal para el amo,
Víctor Ortiz en el otoño
marcha del pueblo,
sigue el murmullo de los
doce mil mineros,
que rompen el hierro y la
carne al cielo
abierto para el inglés.
Pablo Müller. Pan y hierro. Ediciones del 4 de Agosto,
2019.
Imagen: Niños mineros en
Pensilvania.
Este sistema merece ser destruido. Debe ser destruido.
ResponderEliminarSalud!
Capitalismus delendus est nobis! Salutem!
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