Cuando hay trabajo recogemos
fruta.
Cuando no, salimos a pintar.
Tenemos los dedos deshechos,
nos sangran las yemas por el
roce de las tizas.
Empleamos el amarillo, el
gris
y el color carne.
Nosotros pintamos más bien
cosas tristes.
Algo como lo que está
pasando en el mundo:
Cristo clavado en la cruz
y tormentas.
(Confesión hecha por Ricardo Soto, gallego de Santiago de Compostela, y
Marino Rivera, madrileño, ambos campesinos temporeros, al periodista Mauro
Muriedas de Alerta de Santander,
quien los entrevistó, el 11 de junio de 1985, en pleno trabajo, sobre el
asfalto)
Esteban Peicovich. Poemas plagiados. Bajo la luna, 2008.
Imagen: Pejac
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