miércoles, 1 de enero de 2020

GESTOS


Una mirada, un gesto

cambiarán nuestra vida. Cuando actúa mi mano,

tan sin entendimiento y sin gobierno

pero con errabunda resonancia,

y sondea buscando

calor y compañía en este espacio

en donde tantas otras

han vibrado, ¿qué quiere

decir? Cuántos y cuántos gestos como

un sueño mañanero

pasaron. Como esa

casera mueca de las figurillas

de la baraja, aunque

dejando herida o beso, sólo azar entrañable.

Más luminoso aún que la palabra

nuestro ademán como ella

roído por el tiempo, viejo como la orilla

del río, ¿qué

significa?

¿Por qué desplaza el mismo aire el gesto

de la entrega o del robo,

el que cierra una puerta o el que la abre,

el que da luz o apaga?

¿Por qué es el mismo el giro del brazo cuando siembra

que cuando siega,

el del amor que el del asesinato?


Nosotros tan gesteros pero tan poco alegres,

raza que sólo supo

tejer banderas, raza de desfiles,

de fantasías y de dinastías,

hagamos otras señas.

No he de leer en cada palma, en cada

movimiento, como antes. No puedo ahora frenar

la rotación inmensa del abrazo

para medir su órbita

y recorrer su emocionada curva.

No, no son tiempos

de mirar con nostalgia

esa estela infinita del paso de los hombres.

Hay mucho que olvidar

y más aún que esperar. Tan silencioso

como el vuelo del búho, un gesto claro,

de sencillo bautizo,

dirá, en un aire nuevo,

su nueva significación, su nuevo

uso. Yo sólo, si es posible,

pido cuando me llegue la hora mala,

la hora de echar de menos tantos gestos queridos,

tener fuerza, encontrarlos

como quien halla un fósil

(acaso una quijada aún con el beso trémulo)

de una raza extinguida.





Claudio Rodríguez. Alianza y condena, 1965. En Poesía completa (1953-1991). Tusquets, 2004.

Imagen: A Noh Christmas Carol.

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