IV
Es curioso que aquellos ladrones, fulleros y timadores,
procedentes de las clases bajas, algunos con experiencia
penitenciaria,
es decir, los que hicieron el capital inicial para su
negocio
con la extorsión, hoy educan a sus hijos conforme al
doctor Spock.
Los mandan a colegios privados: hincar los codos,
machacar el latín,
saber quiénes eran los estoicos,
leer las Escrituras,
aprender en unos cuantos idiomas el “Padrenuestro” y
“Dios te salve”,
mejorar el genotipo con el sello dorado de la
educación.
Eso es, sencillamente, convertirse en hidalgo,
en la clase superior.
Llamarse “nueva élite”,
llevar sombreros europeos.
Despreciar a los padres, por la plebeyez, por el mal
gusto, por el mal
tono,
la mala pronunciación,
y… ¡por el olor, el olor!...
Olesia Nikoláyeva. La hora de Rusia. Poesía
contemporánea. Visor, 2011. Traducción: Marta Lloret Llinares
Imagen: El lazarillo de Tormes. Goya.
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