Se nos acaban
las letras
para bautizar a los huracanes tropicales*
Nunca
las primeras letras del alfabeto griego
fueron tan ominosas
pero la verdad oficial
en los Estados Unidos de América
sigue siendo que no hay calentamiento del clima
en el planeta Tierra
ni en ninguna otra esquina del Sistema Solar
-incluso en Nueva Orleans
impera la patriótica verdad, aunque no queden
después de Katrina
vecinos para contarlo-
y que si hubiera cambio climático
no se debería a la actividad humana
y que incluso si lo hubiera
y fuese achacable a la actividad humana
seguramente no sería tan malo
y que si a lo peor fuese malo
al menos no lo sería para nosotros
y que si por desgracia fuese para nosotros
al menos no lo sería hasta dentro de un tiempo
¡y que decir otra cosa
es dar alas al terrorismo!
Qué solecito tan rico esta mañana
* “Ante el elevado número de
huracanes y tormentas tropicales registradas este año [2005], los científicos
se están quedando sin nombres para designarlos, por lo que probablemente tengan
que recurrir por primera vez al alfabeto griego, según una norma de la
Organización Meteorológica Mundial. Desde 1953 se utilizan listas de 21 nombres
–ordenados alfabéticamente- para los fenómenos tormentosos destacables de cada
año. Cada uno de estos nombres empieza por una letra del abecedario
internacional excluyendo algunas como q, u, x, y, z.
Para los fenómenos meteorológicos
de la cuenca atlántica existen seis listas de nombres diferentes y cada una de
ellas se aplica durante un año, de forma que al séptico año se vuelve a la
primera de ellas. Los de este año son Arlene, Bret, Cindy, Dennis, Emily,
Franklin, Gert, Harvey, José, Katrina, Lee, María, Nate, Ophelia, Philippe,
Rita, Stan, Tammy, Vince y Wilma, mientras que en 2006 se encuentran nombres
hispanos como Ernesto, Óscar y Rafael.
Los 21 nombres de cada lista
se respetan siempre salvo si los efectos del huracán han sido especialmente
devastadores. En este caso, y a petición de cualquier país afectado, el nombre
puede ser retirado de la lista y sustituido por otro de la misma inicial. Así los
meteorólogos han retirado nombres como Hugo, Andrew, Mitch, entre otros, que no
podrán ser utilizados hasta que pasen al menos diez años. Con esta medida se
pretende evitar confusiones históricas o legales relativas a reclamaciones,
seguros o ayudas públicas.
El problema que ha surgido
este año es que, con el aumento del número de huracanes, es posible que se
llegue a bautizar a Wilma, el último de la lista en 2005. Entonces, las normas
internacionales establecen que a continuación se les bautice con letras
griegas, con lo que detrás de Wilma la próxima tormenta tropical o huracán que
se registre se llamará Alfa, la siguiente Beta y así sucesivamente”. Agencia
Efe en El País, 29 de septiembre de
2005.
Jorge Riechmann. Poesía desabrigada,
2006. En El consumo de lo que somos. Muestra de poesía ecológica hispánica
contemporánea. (Ed. Steven F. White). Amargord, 2014.
A medida que el hielo de los polos se licua, aumenta la altura del mar. El efecto invernadero propicia que éste se caliente, y el agua que evapora se almacena en la atmósfera hasta que se precipita de forma torrencial... para volver a evaporarse. Al acelerarse la periodicidad de este ciclo, aumenta la potencia y la violencia de los fenómenos aparejados. Millones de micro-fenómenos causa-efecto conforman una espeluznante macro-realidad que sólo los desaprensivos pueden ignorar. A éstos, o les arrebatamos el timón o estaremos definitivamente perdidos.
ResponderEliminarSalud!
Creo que el planeta ya está perdido, Loam. La mayoría de voces autorizadas en el tema dicen que ya no hay vuelta atrás. Solo queda asumirlo, y seguir peleando sin esperar milagros. Salud
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