La herida sangra.
La herida se abre todos los
días.
Se abre con el sol.
Cae la noche.
La herida no se cierra.
Pasan los días.
Pasan los años.
La herida no se cierra.
La herida sangra en secreto.
La herida se restaña tras
paredes.
La herida sangra en celdas.
La herida sangra tras cercos
de púas.
La herida es una boca.
Una venda la mordaza.
La herida es una vieja boca
desdentada.
La herida masculla en las
encías desnudas.
La herida duele.
La adormecen.
Despierta doliendo cada día.
Duele la herida por las
noches.
La oyen por las noches los
soldados en las calles vacías.
La oyen tras las ventanas y
puertas cerradas.
Es un ruido de dolorosos
besos.
Son ayes y gemidos.
Son los labios de la herida
que se pegan y despegan.
Son los heridos quejándose
en sueños.
La herida no deja dormir.
La herida no deja vivir.
Por la noche los esbirros
del tirano escarban en la herida.
La irritan la ahondan. La acallan
con música puesta a todo volumen.
La herida forma pus.
La herida supura.
La luz limpia la herida cada
día.
Por las noches se infecta.
De la herida nadie se
escapa.
La ciudad toda está herida.
Muchos están heridos sin
saberlo.
Se creen sanos y salvos. Están
heridos.
La herida es sólo una
molestia. La olvidan.
Se creen ilesos. Están heridos.
Celebran la victoria. Están heridos.
Cantan. Bailan. Engorda. Están
heridos.
Los vencedores están heridos
de muerte.
Otros muchos disimulan la
herida.
La ocultan. La niegan.
La herida los avergüenza.
Medicamentan la herida.
La ungen.
La cubren con gasa. La taponan
con algodones.
Le cambian vendajes todos
los días.
La herida no sana.
La tratan con remedios
caseros.
La cubren con emplastos de
barro y telarañas.
Rezan.
La herida no sana.
La herida mana.
La sangre empapa los
vendajes.
La herida los traiciona.
La herida denuncia a los
hipócritas.
Fueron cómplices
Algunos lo son todavía.
Heridos de gravedad
dolientes sobreviven
El resto debiera estar
muerto.
Tan horrorosa tan extendida
es la herida.
Nadie se explica cómo
sobreviven.
Son una herida.
La herida es todo cuanto
tienen.
Cuanto les queda. Cuanto les
permiten tener.
La herida denuncia.
Prohíben mostrar la herida.
La herida los identifica.
Por la herida se reconocen.
La herida los une.
La herida es una consigna.
Aprietan los dientes.
Aprietan los puños.
La herida es una desgarrada
bandera.
La herida verde del tirano
hiede.
Se murió su herida.
Su herida se pudrió.
El tirano es un cadáver en
vida.
El tirano pudre el aire que
respira.
Vive aislado.
Lejos de su mujer.
Lejos de su familia.
Los guardaespaldas evitan su
aliento.
La pestilencia rodea al
tirano.
Sondean la herida.
Le preguntan cuándo hasta
cuándo dónde.
La herida es insondable.
La herida sanará con el
tiempo.
El tirano caerá podrido.
Los heridores serán
castigados.
Los heridos de muerte
morirán.
La herida dejará una
cicatriz.
La cicatriz no se borrará.
No se olvidará la herida.
La cicatriz nos dejará
señalados.
Gonzalo Millán. La ciudad. Les Editions Maison
Culturelle Québec-Amérique La tine, 1979.
Imagen: Taiwan, fuerzas
especiales.
Nuestra única morada
ResponderEliminarNada escapa a la infinita hemorragia por la que el mundo se derrama hacia la memoria de la noche. Sosiego que alumbra una galopante intensidad incendiada por el crepúsculo.
Brota incontenible una dimensión que el corazón –ese potro ingenuo e indomable– se empeña en traducir inútilmente en palabras: es la herida, nuestro único camino, nuestra única morada.
Instante colmado de inaprensibles certezas.
Salmodia la sangre infinitos círculos de ausencia, mientras sigo navegando como siempre navegué: perdido en el latido de su eco.
Salud!
Joder, qué bueno. Eres un poeta, Loam, un gran poeta. Salud y emoción!
EliminarGracias, Conrado. Me siento positivamente abrumado y también emocionado por tus palabras que, sobre todo, me alientan a seguir escribiendo.
EliminarSalud y emoción! (siempre recíproca)