un balancín en la quieta
sombra le mantiene despierto una bala sola gira y gira en el tambor de la
premura en vilo oye el chasquido de la ruleta rusa se balancea y vuelve a girar
en el juego loco insomne y triste alegre y mudo cansado y voraz ninguna vez la
bala le alcanza y se atisba ya una claridad de sol de febrero un balancín a
moverse empieza lento en otra ciudad que se oscurece un pringao de ojos grises
bien espabilados fríos en su mano tullida sostiene el arma del sin presencia el
tambor rueda el insomne disputa con la tormenta el derecho a quebrar la buena
suerte de los mal parados un balancín trota con un niño barbudo y bizco
ensimismado en los chasquidos en la pereza de la bala en la canosa sien que
asiente del azar su mala matemática amanece y yerra y vuelve la noche a este
rincón del mundo a robar el sueño la visibilidad al que ronda un balancín “El de La Historia” que espectral mece
hombres y mujeres que no vemos que existen solo y solos en el nocturno de los
olvidados …bala, balín, balancín, fallan… en el nocturno de los olvidados la
soga de los niños de la calle se balancea sin música, la poesía saliva sobre la
ropa quemada de los analfabetos con saliva que apaga las brasas.
¿cuántas
clases de analfabetos conoces? no
estéis
tan seguros de estar a salvo de la mala
escritura
que igual firma una ley infame que un
poema
engalanado en la estética de Channel.
inmigrante digital, alerta.
nativo digital, alerta.
todos seremos olvidados
en la sintaxis de los mercenarios.
no hay poesía buena o mala,
clara u oscura, sencilla o compleja; hay una bifurcación constante y móvil: un
devenir-vida en la escritura o un devenir-zombi en las servidumbres
voluntarias. hay muertos, supervivientes y amos.
Víktor Gómez y Nathalie
Bellón. Otro decir por decir/Entredecir.
Tigres de papel, 2016.
Imagen: Arturo Rivera. AH1N1, 2009.
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