Ni la bestia ni el ángel,
quiero mejor la exacta medida de lo humano;
a través de mi carne
hacer tangible el soplo
divino que me mueve;
quiero mascar con gusto
el puñado de tierra que me llena la boca,
complacerme en el pan
que mi sudor amasa,
en el canto que brota de mi lado encendido
y, apasionadamente,
hacer mis días densos, de olor y sabor míos,
en torno a mí apretados.
Ni el ángel ni la bestia,
ni pezuñas ni alas.
Prefiero pies ligeros para medir andando
los caminos del mundo
y unos brazos abiertos,
saetas disparadas a los cuatro horizontes
en una incontenida efusión de ser vivo.
Quiero en mi ley cumplirme;
escuchar el obscuro redoble de la sangre,
sentir la escocedura de la lágrima
y el fresco rezumar del gozo.
Me complace la exacta medida de lo humano;
pero si la pasión desborda la medida
amo sentir como se trueca en fuego
la arcilla ordinaria.
Lucía Sánchez Saornil. Estrofa, cuaderno mensual de los artistas burgaleses, número 22, octubre de
1955.
Imagen: Portada de la
revista Estrofa.
Para saber más sobre este
poema, consultad el artículo de Ignacio C. Soriano Jiménez en el siguiente
enlace: