lunes, 6 de mayo de 2019

TODAVÍA EL INFIERNO


No nos diréis una noche gritando

por los megáfonos, una noche

de azahar, de nacimientos, de amores

recién comenzados, que el hidrógeno

en nombre del derecho abrasa

la tierra. Los animales, los bosques se funden

en el Arca de la destrucción, el fuego

es visco sobre los cráneos de los caballos,

en los ojos humanos. Luego, a nosotros los muertos

vosotros los muertos dictaréis nuevas tablas

de la ley. En el antiguo lenguaje

otros signos, perfiles de puñales.

Alguien balbucirá sobre las escorias,

lo inventará todo de nuevo

o nada en la suerte uniforme,

el murmullo de las corrientes, el crepitar

de la luz. No la esperanza

dictaréis vosotros los muertos a nuestra muerte

en los embudos de lodo hirviente

aquí en el infierno.





Salvatore Quasimodo. La tierra incomparable, 1958. En Y enseguida anochece y otros poemas. Orbis, 1983. Traducción: Carlo Frabetti.

Imagen: Andy Summers

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