Año tras año, cada domingo,
hacia mediados de enero
la dialéctica de la
espontaneidad se reúne en Berlín con Rosa Luxemburgo.
Acuden los líderes de los
pantanos, cantan el himno de los arillos
en las orejas. Han venido
los pájaros de Walter Benjamin
a ser definitivamente
entendidos este domingo de mediados de enero.
Gloria a los escarnecidos,
gloria a los elevados por las madres
que sostuvieron el sencillo
universo de la lucha de clases.
Rosa Luxemburgo, vestida de
negro y subida a un cajón de madera
habla con vehemencia al
cordero y al lobo: No más créditos a la guerra,
no más hechicerías de patria
al evangelio de los desesperados.
Año tras año, cada domingo,
ángeles envejecidos caídos del infierno
custodian a los inválidos y
a los niños de las negaciones.
Han echado arenques
envenenados en el asilo, el orden reina en Berlín.
¿Queda abolida la pena de
muerte?
Dicen que hay cadáveres que
hablan más alto que las trompetas.
Y los patinadores recogen su
cerebro despedazo por un culatazo.
Juan Carlos Mestre. La bicicleta del panadero. Calambur,
2012.
Imagen: Ludwig Meidner. Barrikadenkampf, 1912.
No hay comentarios:
Publicar un comentario