lunes, 6 de enero de 2025

EL EXILIO Y EL REINO (Completo)


 

I

No es un árbol, sino solo su imagen

reflejada en el agua.

Las ramas se arrastran

por las piedras del fondo

con temblor de cristal humedecido

y un resplandor dorado

se enreda en los nudos de su tronco.

Las nubes se mecen

en las ondas del río

como gasas de seda

envolviendo en su sueño

a este árbol sin raíces.

Los peces a la tarde

nadan por sus ramas y en otoño

las hojas

caen hacia arriba.

 

Está allí, pero es sólo ausencia.

Ningún ave anida en su copa

temiendo naufragar.

 

II

Ya sólo queda el hombre

sentado junto al agua

ajeno a todo. Su mirada

se pierde entre las ramas reflejadas

y las algas sinuosas.

Bebe otro trago

y el vino se derrama por la hierba.                                 

Impregna la quietud la tarde

que va muriendo.

El reflejo tiembla en el río y abre

una ventana limpia a su mirada.

Las hojas siguen verdes allá abajo

como en sus días escolares

y le sube una música

con sabor de limones y narcisos.

En el cristal del agua

los cuervos que ahora pueblan las acacias

son aquellas golondrinas de entonces.

Salvo el reflejo no le queda nada,

salvo ese mundo transparente

que le llama a lo hondo

como una niebla tibia

que envolviera su cuerpo.

Se oye un graznido seco

y es otra vez septiembre.

El hombre se levanta vacilante

arrojando con un gesto de rabia

contra el río el cartón de vino

y se va en busca de un lugar

donde pasar la noche

lejos del árbol, lejos del agua.

 

 

Amalia García Fuertes. Todavía no somos piedras. Ediciones Cimarrón, 2024.

Imagen: Amalia García Fuertes. Venecia, 2012.

2 comentarios:

  1. Suele decirse que leer poesía es recomendable. Algunas veces, como en este caso, el enunciado es cierto.

    Chiloé

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    1. A veces hay que seguir las recomendaciones, Chiloé. Salud!

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