El último en morir
por favor que apague la luz,
que salga de la ciudad gris,
que vaya a las montañas
y respire el aire frío de la niebla,
que se quede allí el día entero
contando pájaros,
sintiendo la lluvia caer,
que pruebe a contar también
cuántas casitas devora la hiedra
y le declame un par de poemas al eco,
que tararee una canción aprendida
en la niñez,
una copla o un refrán,
de esos que enseñan los abuelos,
y les pida perdón a los bichos,
a nombre nuestro.
Y por favor que apague la luz,
que cierre la puerta con cuidado
de una vez y para siempre.
John Gómez. Baladas baladíes. Sátiro, 2021.
Imagen: Eikoh Hosoe. Kamaitachi, #8, 1965.
Y sin embargo, sospecho que nunca habrá un "último hombre", ni un último apagar la luz y cerrar "la puerta para siempre": ese es el consuelo, la ficción de la idea (o deseo) de final. Ese final es un consuelo que no nos es dado formular, ni siquiera, como hipótesis.
ResponderEliminarO, con otras palabras más simples: lo bueno siempre puede acabar, lo malo nunca. Respecto al mal, solo cabe la decidida valentía de interrumpirlo: hacer un ¡basta! a cambio de nada.
No sé, Joan. Como especie tenemos, como se suele decir, los días contados, al igual que el planeta en que rodamos y el sol alrededor del que vamos dando vueltas. Llegarán sin duda esos últimos seres humanos. En el entretanto, como dices, ir intentando interrumpir el mal ejercido por los así llamados nuestros semejantes. Salud y valentía!
EliminarClaro, Conrado, es lícito y de sentido común ponerle un orden temporal a las cosas: sin ese recurso, nuestras vidas serían un follón.
ResponderEliminarPero el tiempo (eso con lo que expresamos el transcurrir entre nacer y morir) no deja de ser una subjetividad, una manera de medir. No algo objetivo que esté en las cosas (Kant lo explicó mejor). Lo que yo quería poner de manifiesto con mi comentario es que no le veo mucho sentido a que el hecho de que "nuestros días estén contados" deba de ser determinante en nuestro quehacer del día a día. Y si una estadística de este tipo ha de ser importante, que lo sea tanto como la creencia en el Apocalipsis y el Juicio Final.
Salud!
El saber que tenemos un final tanto individual como colectivo yo sí que creo es importante para determinar el tipo de vida que queremos llevar, la inauténtica o la auténtica, que dijo aquel, una vida responsable con uno mismo y con los demás, incluyendo el propio planeta. Ese falso presente (frente a la vida plena, tan deseable) que nos induce la mercadotecnia capitalista nos conduce objetivamente a la anticipación del gran desastre. Salud, Joan!
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