sábado, 19 de abril de 2025

¿Son todos felices?


El honor de vivir con honor gloriosamente,

el patriotismo hacia la patria sin nombre,

el sacrificio, el deber de labios amarillos,

no valen un hierro devorando

poco a poco algún cuerpo triste a causa de ellos mismos.

 

Abajo pues la virtud, el orden, la miseria;

abajo todo, todo, excepto la derrota,

derrota hasta los dientes, hasta ese espacio helado

de una cabeza abierta en dos a través de soledades,

sabiendo nada más que vivir es estar a solas con la muerte.

 

Ni siquiera esperar ese pájaro con brazos de mujer,

con voz de hombre oscurecida deliciosamente,

porque un pájaro, aunque sea enamorado,

no merece aguardarle, como cualquier monarca

aguarda que las torres maduren hasta frutos podridos.

 

Gritemos sólo,

gritemos a un ala enteramente,

para hundir tantos cielos,

tocando entonces soledades con mano disecada.

 

 

Luis Cernuda. Un río, un amor, 1929. En Antología poética. Alianza, 1987.

Imagen: René Magritte. Les rêveries du promeneur solitaire, 1926.

2 comentarios:

  1. Morder, aunque sea con los pocos dientes que nos quedan.
    Que siempre sabrá más dulce la derrota que la sumisión.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La derrota, en soledad o en compañía, obliga a cuestionar, a vaciar esos hinchados mórbidos pomposos valores con que tratan de corrompernos desde arriba. Salud, Joan!

      Eliminar