Juan, de Santurdejo,
flechado por los indios, olvidó el olor de la salvia y los huracanes de los
fieros caribes y el lucro y la pérdida y el sueño vacío de Eldorado. Una hilera
interminable de hormigas lo traspasa y deshace, y sus jugos se adentran por las raíces de la vida primera. Miradlo, fue un destino riguroso, un hombre que fue un día
alto y hermoso.
Conrado Santamaría
Imagen: Felipe Guaman Poma
de Ayala, 1600.
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