jueves, 22 de diciembre de 2016

Sucedían cuerdas de prisioneros



Sucedían cuerdas de prisioneros; hombres cargados de silencio y mantas. En aquel lado del Bernesga los contemplaban con amistad y miedo. Una mujer, agotada y hermosa, se acercaba con un serillo de naranjas; cada vez, la última naranja le quemaba las manos: siempre había más presos que naranjas.

Cruzaban bajo mis balcones y yo bajaba hasta los hierros cuyo frío no cesará en mi rostro. En largas cintas eran llevados a los puentes y ellos sentían la humedad del río antes de entrar en la tiniebla de San Marcos, en los tristes depósitos de mi ciudad avergonzada.



Antonio Gamoneda. Lápidas [1977-1986 y 2003]. En Esta luz. Galaxia Gutenberg, 2004.

Imagen: José María López Mezquita. Cuerda de presos, 1901.

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