Dicen que encontraron una
foto en el sarcófago del
faraón Ramsés I. En el trasfondo,
aunque un poco
borrosa, se ve la ciudad
maya de Chichén Itzá, y más
atrás, cerca de la pirámide,
las Torres Gemelas envueltas
en llamas. Dicen que la
selfie fue tomada con un
smartphone hace miles de
años, pero los incrédulos
replican que sólo son
fantasías de personas delirantes.
En la foto se divisa también
el océano Atlántico. En
sus aguas azules hay tres
carabelas ancladas frente a una
isla, y al lado de la playa,
con los motores encendidos,
la nave Apolo XIII, a punto
de despegar. A la derecha
se ve la Torre Eiffel
convertida en fierros retorcidos; a la
izquierda, los edificios del
Kremlin reducidos a cenizas,
y al centro, la Basílica de
San Pedro como ruinas de un
bombardeo. Sin embargo, los
Jardines Colgantes de
Babilonia y el Faro de
Alejandría relucen en todo su
esplendor. Inexplicablemente,
el fotógrafo no aparece
en la selfie, pero en el suelo
se proyecta su sombra.
Dicen algunos que puede ser
un astronauta, o quizás un
extraterrestre. Y otros, no
sin cierta incomodidad, que
puede ser un simio con una
sonrisa en los labios.
Óscar Hahn. Reencarnación de los carniceros. Visiones de
la Era Nuclear. Visor, 2019.
Imagen: Jason deCaires. Contenido. Museo Atlántico de Lanzarote.
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