jueves, 19 de diciembre de 2019

HOMO IGNORENS


A José García


Todo


empezó al saltarme el primer semáforo.


Luego


las líneas blancas fueron borrándose de la calzada,

y los claxon barritaron en medio de la noche.


Prosiguió


al hacerse ininteligible el idioma

de las voces enlatadas en el metro; al tornarse

crucigramas los teclados de los cajeros automáticos.


Más tarde


me daba de bruces contra el cristal

de todos los escaparates, en verdad

sentí en mis propias carnes

cómo despellejaron vivo

al verdadero dueño de aquel abrigo de piel.


Al tiempo


descubrí el pergamino antiguo

de un ticket en mi bolsillo, intentaba con las llaves

serrar por la mitad mi teléfono móvil cuando

tuve que huir despavorido ante los ríos

de gente que manaban del estadio.


Llegó a un punto


en que llamaba a todos los porteros automáticos

preguntando por mi nombre,

bebía de un charco

embebido de la belleza de dos palomas

justo antes de que se lanzaran al vuelo ante

el acechante reflejo de unos gatos.


Alcancé tal extremo


que le ladraba a esas bestias rugientes

sobre cuyas bocas enormes vomitaban su basura

lánguidos contenedores zarandeados en vilo.



Al final


junto a una acera, encontré un recuadro

de tierra que no era buena tierra pero en ella crecía

un árbol raquítico árbol pero árbol al fin y al cabo.


Lo miré un instante, olisqueé el aire,

trepé por él y desde entonces

nunca se me ha pasado por la cabeza

la idea de volver

a evolucionar.





David Trashumante. Poema para www.lacanciondemanuel.wixsite.com proyecto ciberpoético de José Francisco García Prados. Publicado en papel en la revista Turia nº 115, 2015. En Amor. Antología 2006-2019. El Petit Editor, 2019.

Imagen: Gregory Crewdson

2 comentarios:

  1. Vaya, versión del barón rampante, pero más agreste. Apetece subirse a los árboles.

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    1. Lo malo que a este paso no sé si encontraremos alguno. Salud!

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