Pasea Pitágoras con su gorro
tirolés por las playas horizontales del mar de Germania.
Imagina el universo como una
red de paralelos y meridianos por donde siempre se puede escapar el delfín
fabuloso.
Cuenta con obsesión las
piedras blancas, las piedras negras, las piedras veteadas de infinitos matices y
no se apercibe de que la brisa con su aliento de vainilla le deja al
descubierto el abalorio.
Las gaviotas le dan los
buenos días y él no responde.
Las medusas alzan su cabeza
de gelatina y le dan las buenas tardes y él no las ve.
Las estrellas fugaces ya ni
se molestan en saludarle, siguen su camino de ángulos desquiciados y órbitas
desmelenadas como absurdas bolas de billar sobre el casi verde tapete o lienzo de
lo infinito.
Sacha Viveros. El borrador absoluto. Nebulosa, 2018.
Imagen: USA, 1925.
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