lunes, 28 de septiembre de 2020

EL SERMÓN DE BILDERBERG


Bienaventurados los mansos televidentes,

los desdentados sentados a la mesa de la precariedad,

los que con la papeleta en la mano nunca dudan

y votan a quien el televisor les ha dicho que hay que votar.

 

Bienaventurados los que callan en la calle,

los que no hacen preguntas,

los que viven en un anuncio de publicidad.

 

Bienaventurados los que distinguen un terrorista de un economista,

los que nunca vieron una pelota de goma,

los que con los guantes puestos hablan de paz.

 

Bienaventurados los que conducen a doscientos,

los que arrasan la Tierra y previenen el cambio climático

construyendo campos de golf, para que esté todo más verde,

que la muerte nos coja en bañador.

 

Bienaventurados los reyes, los comisionistas,

políticos y banqueros terroristas,

los que miran en su asiento desde un piso 33,

los sedientos de tu bolsa y su 4%,

los que viven en el IBEX sin dolor y a todo tren.

 

Bienaventurados los bien cebados con chalets regalados,

los alcaldes engordados por mi amigo constructor,

los políticos adosados al mito de que ahora

al patrono explotador se le llama emprendedor.

 

Bienaventurados los que ríen en las revistas a color,

los que no tienen corazón, los todólogos tertulianos,

mercenarios y sicarios al servicio del mercado,

te convierten en tarado y te dicen, de rodillas,

yo cocino tu tortilla, te has quedado sin alternativas,

pues ya sabemos que con la izquierda todo nos irá peor.

 

Bienaventurados los presos de la fábrica de montaje,

la cadena perpetua, el salario fordista revisable,

los amordazados sin ley mordaza,

los demócratas, los patriotas, los tristes pelotas del santo capital.

 

Bienaventurado mi Iphon que me protegerá

de las grasas saturadas, de las patas de gallo,

de Kropotkin, de Kierkegaard, de Juvenal,

qué digo, de la próxima reforma laboral.

 

Bienaventurada la prima de riesgo, las centrales nucleares,

los episodios de fuga silenciados a raudales,

el rocío, las faldas de lunares,

el polvo, el camino peregrino

por la raya de farlopa, viva Europa,

que a Sevilla la corrupción la galopa

del político al rociero pasando por el pelota.

 

Bienaventuradas las mordidas, las corbatas bendecidas,

las mulatas, las chaquetas,

los equipos, sus camisetas, con letreros vanguardistas

promocionados por Estados terroristas,

porque aquí lo que sobra son pacifistas extremistas,

leyes y agujeros para que se den los baños

los ríos de los dineros

y en paraíso fiscal tome el sol el futbolero

y al trullo, por capullo, el titiritero.

 

Bienaventurada la mujer en la orgía capitalista,

las violaciones masivas, por activa y por pasiva,

la guerra que no entienden

los que viven pensando en diciembre,

pero participan

por la paga y por el humo,

 

yo de aquí ahora me esfumo, saturado, empalagado,

el consumo nos consume, nos encoje, nos destruye,

nos embarca en una sucia vida suicida,

triste, opaca, yo te digo, ven, escapa, huye.

 

Alegraos, regocijaos, saltad de gozo, están con vosotros

el Imperio del mercado y el fascismo de baja intensidad,

y de este modo os seguiremos adormeciendo, susurrando,

hasta el día del juicio final.

 


Antonio Orihuela. Pelar cebolla. Este. Amargord. 2017

 

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