lunes, 5 de julio de 2021

“SE ME CAEN DE LAS MANOS LAS PALABRAS”


 

…Caerán, no lo dudes, en terreno fértil, en surcos atentos a los brotes; ya aguardan su (re)nacer tras otra primavera más, estación del año ¿fija o ya variable?; nunca estará en almoneda.

            Entre tantas palabras se escurre una letrilla de Lope de Vega que el poeta atrapa al vuelo como aviso a viandantes, “Quien duerme, quien duerme, / quien duerme, despierte”. No ignora que, en tiempo de engaños y trampantojos, de adormecimiento social, de cultura banal y vaciada, la vida la presentan colorida, jaranera y alocada a quienes se dejen colocar mordaza y venda, y así, solapar silencios de lo visto y oído cada día. Obligación del poeta y, en general, de cualquier creador o gente de bien ha de ser enfrentarse al olvido y a cuantos procuran como meta la desmemoria; la poesía y la creación artística servirán de parapeto ante tanto charlatán y profeta de niquelada modernidad. “La literatura, recuerda la escritora portuguesa Lídia Jorge, lava con lágrimas ardientes los ojos de la historia”.

            La poesía, como sucede en los poemas de Conrado Santamaría (Haro, 1962), busca intensidad y fuerza en la expresión, lingüística o no, también provocación con un lenguaje cuya carga expresiva no ha de coincidir con el lenguaje convencional, propio del Poder y los poderes. Las palabras nos delatan, nos acorralan; y añade acertadamente el poeta riojano, “…estamos hechos de palabras, y las palabras nos significan, aunque muchas veces en contra de nuestra propia voluntad”; conocen “derroteros secretos”; si las seguimos, nos adentrarán en “territorios bastante inquietantes”. Nadie ignora el magnetismo, la amplitud significativa y la fuerza de la palabra, tanto la ya dicha como la que está por decir.

            Uno de los poemarios pilares de nuestro poeta, Cancionero de escombros con hoguera (2014), retiene cierta sintonía con Rafael Alberti y su Coplas de Juan Panadero, poesía en la calle a la que recurrir, “mientras el pueblo se llame Juan” y reclame en sus canciones y coplas “ese sentido justiciero que nunca deja de cantar en ellas”, asegura el autor de Marinero en tierra. En el aire de Cancionero de escombros… el poeta respira la recuperada atmósfera de los cancioneros y romanceros, de las canciones de amigo, “No dejéis que se vaya, / mi amante mío, / sola queda la casa, / con sombra y frío”; de las canciones de amor, de romances y letrillas, “¡A la fresa, temporeros, / que es febrero / … / ¡A la feria, temporeros, / del barateo”. Crítico y combativo, nunca neutral, denuncia con el martilleo de la rima la explotación humana, injusticias, el silencio bastardo y la complicidad de los otros. Los poemas y la poesía, también en este caso, otorgan voz y presencia al ser humano, algo que la historia le ha negado y olvida en sus páginas.

            Con tono juglaresco invita al lector, presente al otro lado de la página, a ponerse a la escucha, “Dadme oídos, compañero, / compañera, / que aquí os doy mi cancionero, / mi bandera”.

            Innegable el compromiso ético de Cancionero… con cuantos (des)aparecen, invisibles, día tras día, en esta sociedad consumista, tan festiva y frívola como negligente. El poeta no se rinde, continúa decidido a no enmudecer. “De escombros son mis canciones / como el mundo / que nos hacen, de ilusiones / moribundo. / Mas yo espero, compañero, / compañera, / hacer de escombros sendero / y alta hoguera”. A pesar de ilusiones quebradas, de “exquisitos incendios”, de proyectos desvaídos, en este morimundo aún se abren sendas y caminos hacia una esperanza nunca perdida, porque quedamos y “Somos / los que dicen NO como una afirmación hacia adelante. / Somos / aquí y ahora”.

            Que nadie busque en los poemarios de Conrado Santamaría floripondios inútiles ni poesía meramente ornamental, ya arrinconada en desvanes y desvaríos literarios. No obstante, entreverados en la escritura de sus poemas, hay lirismo, emoción y rabia, hay belleza, “Palmera, juegan tus palmas / al corro con las estrellas / como juegan con la luna / las palmeras de mi tierra. / … / Si he muerto o estoy soñando, / palmera, yo no lo sé. / ¿Sabes, palmera, por qué?” (“En el limbo legal”). En todo caso, la escritura poética, además de emocionar, mover o conmover, ha de revelar la belleza latente en la expresividad de las palabras.

            Otros poemarios de Conrado Santamaría, sin abandonar la poesía escrita a conciencia, hurgando en tantos porqués sin respuesta, avanzan con De vivos es nuestro juego (2015), La noche ardida (2017), el divertido y genial Canciones y revuelos de Pillín Pilluelos (2018), de poesía ¿infantil? o, más bien, sin edad precisa, “Mi bolita de cristal / ve cosas de maravilla / que son mentira… o verdad”; “Dime, niño, por favor, / ¿para ir a la estación? / - Tovarich, blini, nadiushka, / kosako, chatka, katiuska, / ¡casachó! / - ¡Uy qué niño más guasón!”. Y desembocan en Lóbiter (Archivo de crisis) (2019), libro coral interpretado a muchas voces mixtas. “Hoy he dejado los zapatos y la política / y tengo dos años para aguantar esta mierda. / Ya hablamos”. En Lóbiter da rienda suelta a las palabras; “Erradicado… todo trazo de yo personal dejaba que las palabras y los enunciados jugaran solos, se mezclaran y agruparan siguiendo sus propios fueros de afinidad y repulsión”, explica Conrado. A pesar de la vida y libertad de movimiento de que gozan las palabras, el lector encontrará ingenio, ironía nunca saturada, un humor licuado, crítica social en lo que calla y en lo que solo despunta, ajuntamientos lingüísticos ¿casuales?, casi imposibles, pero sugerentes; a la vuelta de cualquier esquina versal, como sin pretenderlo, asomará de modo ¿espontáneo? todo eso. “Es como su padre, buenísimo, / no se queja de nada. / Ya verás cuando le amputen el dedo. / ¡Jacinto, ponte más tieso! / Gracias a Dalí / estamos vendiendo más calamares”. No hay que olvidar, así lo reconoce el poeta de Haro, que las palabras conocen rendijas y hendiduras por las que semánticamente sabrán colarse. “Otra vez otro lío: / diez troyanos y un espartano. / Como si algo no tuviera moraleja”.

            Escuchando a la gente y con expresividad nunca impostada, -“¡Ay, granuja, granuja! / Te traigo / unas piernas de los chinos, / que las venden / baratas”-, como disimulado oyente, ha tomado nota de “esperanzas y decepciones”, de sueños y fracasos; reunido todo en palabras, que han urgido su salida; las ha soltado a volar. Conrado sabe que aquellas y los silencios, cuando hablamos o callamos, nos describen; son nuestro mejor y más completo autorretrato, apenas retocado. “No le toques los cojones a la leona. / Si no te vendes tú, no te vende nadie, / perdona que te lo diga. / Yo es por hacer las cuentas bien. / Y si tardo como si no tardo. / Hace cincuenta años también tenía viñas”. Entre la sorpresa y lo inesperado, “Los versos y poemas de este libro, a la manera de almazuelas, están hechos con hilvanes y retales de conversaciones oídas al azar”, de autoría múltiple y anónima voz con poeta al fondo.

            Numerosas son las etiquetas, válidas, ¡cómo no!, que se han colgado para definir la poesía de nuestro poeta. Puede calificarse, creo, como poesía radical; la escritura ahonda su raíz en la existencia y en la condición humanas, en un mapa emocional y libre que no siempre permiten trazar, por el que no toleran caminar en libertad cuantos intentan someter como esclavos y mover como títeres articulados a quienes consideran mercancía.

            Aquí, los poemas y sus versos, la Palabra, se convierten en un acto de revelación y de creación, también sedición verbal desarmada.

            “Y pronto llamarán a nuestra puerta”: quien aún duerma, despierte; ¡ya es hora!

 

 

Tomás-Néstor Martínez Álvarez. Conrado Santamaría Bastida. Poesía a Orillas del Órbigo. In memoriam Elena Santiago. Veguellina de Órbigo, julio 2021.

Imagen: Nueva York, c. 1910.

6 comentarios:

  1. Ariadna en el laberinto,
    faro en la tempestad,
    puente en el precipicio.

    Una no deviene referente por voluntad propia, y eso tal vez sea lo más bello de este asunto. Me alegra leer este merecido elogio, ¿qué sería de la costa sin la ola?


    Salud!, y gracias, Conrado.

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    1. Muchas gracias, Loam. Pero lo mismo se puede decir de ti, punto por punto y tilde por tilde, y de otras muchas personas que estáis ahí a pie de barricada haciendo posible que todavía se pueda vivir y respirar. Salud y seguimos!

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  2. Aplausos en la grada, maestro.
    Un abrazo.

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    1. Gracias, LaNanaFea, pero mejor "maestrillo", si algo. Salud y abrazo!

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    2. Hola :) Puri y Begoña estamos en Barcelona, acordándonos de ti. Un abrazo

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  3. Hola, Puri y Begoña. Una sorpresa. Otro abrazo desde el tiempo y la distancia. Salud!

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