Va cada mañana a la casa de los locos,
entrega pasaportes al siglo diecinueve.
Lleva un cucharón de plata en la mano
y un violín envuelto en papel burbuja.
Va cada mañana a la casa de los locos,
deja una piedra magnética sobre la repisa.
Pone una herradura bajo la cama
al diosecillo de los números impares.
Va cada mañana a la casa de los locos,
piensa en qué trofeos para la felicidad.
En qué palabras para los cántaros rotos
donde tachan su cabeza los escolares.
Va cada mañana a la casa de los locos,
calcula que alguien es todo lo que queda lejos
y dibuja con tiza un círculo blanco.
Alexandra Domínguez. Poemas para llevar en el bolsillo, 2006. En Instantáneas junto al agua. Poesía a Orillas del Órbigo. Coordinadores: Helena José García Fraile y Tomás-Néstor Martínez Álvarez. Eolas, 2018.
Imagen: Toyen. Spící, 1937.
Envuelta en celofán, remienda escafandras.
ResponderEliminarCada tantas puntadas, los ojos vueltos al techo de los cuerdos, sonríe con sonrisa aséptica.
"Con sonrisa aséptica" y comprometedora. Salud!
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