¡Míralo, qué cara de gorrión! No veas
cómo le daba al chupe.
El carné de policía
abre
muchas puertas
y
cierra
muchas bocas.
Tiene huevos.
Conrado Santamaría. Lóbiter (Archivo de crisis). Amargord, 2019.
Imagen: Robert Doisneau. El Infierno. París, 1952.
La cadena de mando y ordeno, ya se sabe: se relame la sonrisa de hiena bajo el bigote trampero.
ResponderEliminarSalud, poeta.
Y la aceptación, LaNanaFea, la dichosa aceptación. Salud!
EliminarBuen día, Conrado.
ResponderEliminarRecuerdo una vez, en Barcelona, en un bar atestado de alegres amigos y camaradas. Entró un policía (gris, en aquella época) que, además de serlo, se había granjeado una espantosa fama. Se hizo un súbito silencio. Me acerqué a la barra, a escasa distancia de donde él estaba, e invité en voz alta: ¡Una ronda para todo el mundo!... y girando mi cabeza hacia él, añadí... ¡Menos para él!
Volvió el alegre bullicio. Nadie se ocupó más de aquella sombra.
Salud!
Una lección de lógica, ética y estética. Me preguntó si caería o no en saco roto. Salud!
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