jueves, 21 de septiembre de 2023

DOSCIENTOS NEGROS


 

Doscientos negros fueron a encerrarse en el ayuntamiento, y lo querían todo: los papeles, un trabajo y un piso también. Pero uno para cada uno, que no sendos para los doscientos.

El alcalde les ofreció un minuto y una huelga sin hambre, porque el hambre ya la traían en una fiambrera, y comunicó a los señores doscientos negros que podían acantonarse en el almacén de las fotocopiadoras, donde no les iban a faltar papeles.

Y doscientos señores negros se dieron cuenta que los del ayuntamiento tenían menos papeles que ellos mismos.

El conserje dijo la verdad a los doscientos negros, que si hubieran llegado una mijita antes el ayuntamiento estaría regido por doscientos señores negros, y que otra vez sería.

Doscientos negros fueron a encerrarse en una bodega porque querían regularizar su pobreza. Pero la pobreza de cada uno, que no la pobreza de los doscientos.

El gerente de la bodega les ofreció un minuto, y comunicó a los señores doscientos negros que podían meterse donde quisieran, pero que la bodega cerraría para siempre, que ya no se vendimiaba en ningún campo, y que la llave de la bodega se la llevaba el capataz de recuerdo, porque el negocio ya no era negocio.

El capataz dijo la verdad a los doscientos negros, que por qué no iban al consejo regulador del vino a pedir consejo para regular sus cosas. Pero los señores doscientos negros respondieron que ellos no habían entrado en un bar en toda su vida, y que no lo harían ahora.

Doscientos negros fueron a encerrarse al corte-inglés y no los dejaron ni entrar, porque tal economato es otro país, un estado perfecto: con su territorio; su moneda, que te la devuelven cuando uno no está contento; y su ejército de guripas. Y el corte-inglés devolvió los doscientos negros a la calle.

Doscientos negros fueron a reivindicar sus derechos encerrándose en una universidad privada. El decanato les ofreció enseguida varios minutos, y asesoramiento jurídico privado, privado de lucidez, y así los señores doscientos negros pasaron de trabajar en el campo a pedir en un campus, y a dormir en un campo de futbito.

El decano les ofreció como dormitorio la biblioteca, pero los señores doscientos negros apuntaron que ya estaban hartos de papeles, y que si tenían mejor un balón aunque fuera de curtix, y una bomba manual para inflarlo.

Doscientos negros se encerraron en un puticlub, para seguir reivindicando. Y los señores doscientos negros se encontraron allí al alcalde, al gerente de la bodega, al jefe de seguridad del corte-inglés, y al decano de la universidad privada con la bomba manual. Y el dueño del puticlub, que había sido policía y estaba esperando al señor cura y al señor juez, también en un minuto, invitó a la convención de doscientos negros a salir de su establecimiento.

El dueño del puticlub dijo la verdad, que los doscientos señores negros estaban causando psicoterror laboral a sus primas negras y al pato.

He escrito al señor defensor del pueblo, que me han dicho que es muy buena gente, pero al final es que no me escucha. Y hasta los doscientos negros se han dado cuenta. De todas formas he vuelto a escribir al señor defensor del pueblo, para que se entere que lo de negro era sinónimo de muerto social, de paria, de pobreza. Y le he explicado que da igual que los señores doscientos negros sean doscientos blancos, amarillos o verdes; pero es que están todos metidos en mi casa, y que mi piso tiene treinta metros cuadrados. Y hay un negro empotrado dentro del mueble-bar, que se ríe con muy mala leche, y se multiplica reflejado en los espejos de los entrepaños.

Señor defensor del pueblo: seguro que cuando le coja un huevo con la cadenita de la puerta abatible del mueble-bar, el negro me denuncia.

 

David Pielfort. En Hablamos de ti, capitalismo. 25 años de Voces del Extremo. VV. AA. Coord.: Antonio Orihuela. La Vorágine, 2023.

Imagen: Oliver Weiken. Llegada de refugiados a Lampedusa.

2 comentarios:

  1. Si el defensor del pueblo no es el pueblo mismo, entonces es un impostor.

    Salud, Conrado!

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    1. Vivimos la dictadura de la impostura, la peor. Salud, Loam!

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