Por no hacer mis propios deseos
vino uno y me sacó los ojos,
vino otro y atenazó mi lengua,
otro llegó que selló mis oídos,
otro más que me arrancó la piel,
aún otro que escupió sobre mi cráneo —
Y así un turbio montón de otros y de ellos
grabaron en mis huesos y en mi frente
su certera leyenda:
«Quien desea y no obra engendra peste»
La sentencia entrecomillada fue firmada por el poeta William Blake hacia 1790.
Alberto A. Arias. Poemas de Lo (1976-94). Araucaria, 2014.
Imagen: Herbert List
William Blake: la palabra en su boca es semilla.
ResponderEliminarUn espíritu libre absolutamente, Joan, si es que tal cosa es posible. Salud!
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