En el principio era el panóptico
y el panóptico era dios.
Él estaba en el principio y era todo,
vigilaba atento en las tinieblas
y aturdía con su rigor en medio de la luz.
La niña aprendía a sobrevivir
bajo sospecha,
enredada en la humedad oscura del río
y el arrullo incomprensible del agua
que se escapa y no pasa dos veces.
Alimentaba su desazón
en un patio descuidado,
siempre al acecho,
como el sauce que calcula desvalido
la inclinación de sus ramas
o el jilguero que antes de lanzarse a cantar
mira de reojo la espesura.
Indefensa pagaba con miedo
su protección, la presencia vigilante,
siempre pendiente de cumplir con lo mandado,
siempre temerosa de salirse del renglón.
Castigo y recompensa al comienzo
y al final de cada día
con sus límites borrosos.
Disciplinar la conciencia era la meta,
corregir sus pasos primerizos,
ordenar la savia que impregnaba los tejidos
y ascendía insumisa desde las raíces
hasta sus hojas ávidas de viento.
“Que el árbol no se tuerza.”
El miedo se alimentaba con la seguridad
y el amparo que el vigilante prometía
y la aislaba en una celda cada vez más extensa,
sin saber si vendría el castigo o contra quién.
Cómo romper la cámara si ya no era posible
desprenderse de ella.
La niña no sabía de Foucault.
En el principio era el panóptico.
El panóptico se hizo carne,
se apoderó de su cuerpo,
participó de su tiempo
y habitó en sus entrañas.
Amalia García Fuertes. Inédito.
Imagen: Alan Schaller
El ojo que todo lo ve nos perseguía desde las enciclopedias del pasado. Y el miedo. Un abrazo, Amalia y Conrado.
ResponderEliminarUn abrazo, Sor Austringiliana, y a ver si aquel ojo se ha quedado ya tuerto. Salud!
EliminarEn el principio y seguimos. Buen poema
ResponderEliminarSeguimos, pero poco a poco y a duras penas nos lo vamos sacudiendo. Un abrazo y salud!
EliminarAbisal poema. El vigilar del ojo es, ante todo y antes que nada, un mandar.
ResponderEliminar" ... Y habitó en sus estrañas": hete aquí el tremenda revelación de esas palabras de Amalia.
"La" tremenda, sorry.
ResponderEliminarEps !!! No soy "anónimo" ... soy Joan ... todavía no acabo de dominar estos artilugios digitales ...
El mandar, vigilar y castigar que decía el otro.Salud,Joan!
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