miércoles, 18 de junio de 2025

Otra vez el verano


 

El verano pone su color tranquilo

sobre todas las cosas y las hojas;

de nuevo alborota el viento

a las muchachas, cierra

los cuadernos y junta la tarde

perezosa a las naranjas.

Arena de luz la playa, tranquilo

el mar, en paz el ave, solo el polvo

arrastra su camisa a otro lugar.

Hoy ha crecido el trigo mucho,

está la sementera en mediodía:

doble lámpara de sol y cereal.

 

Hoy pude ser feliz: pude tenderme

a contemplar la página del cielo,

pude oír removerse a las raíces

discutiendo con el suelo su estatura,

pude hablar con la brisa, haber

entrado al mar que me rodea

como una cintura, de qué buena

gana me habría sometido

al gobierno del ocio y sus racimos.

 

Pero estuve ocupado, no tengo

tiempo porque sufro; el mundo

nos preocupa; están matando todavía

al infeliz, aún le rompen

su arado al triste campesino,

aún carbonizaron en la silla

a los callados mártires sin culpa,

de qué nos sirven el tabaco

y la luna serena del estío

si nos quitaron, como siempre, el trigo.

 

Para qué tanto sol, tanta abundancia

torrencial, toda la vida planetaria,

si nos golpea la injusta

repartición, si la muerte

baja del cielo a los extremos

de la tierra, si la pobreza

me aleja de las flores y la fiesta,

si me obliga a estudiar

cada día mis zapatos.

 

Nada es nuestro todavía, aquí

todo es ajeno como en una posada

y nos roban la luz en la boca

de la mina, y la placidez de junio

con su dulce cosecha que se va

en las bodegas, y hasta la alegría

de tenderme junto a ti escuchando

la sangre, como en una guitarra,

cantar bajo mi mano en tu cadera.

 

Sé que a pesar de todo este día

volverá con su límpida hermosura,

su vegetal en apogeo, su hora

de sopor y de ternura. Volverá

la estación con su signo de cobre,

cuando seamos dueños de la vida

y la tierra, cuando el agua

nos traiga noticias y saludos

del hermano. Y nos veremos

el próximo verano, en mitad

de un año circundado de uvas

y de avena. Déjame, entonces,

tocarte en el día desnudo, déjame

hablarte en una ola del viento,

déjame marcar en el corazón el sitio

del encuentro en que nos hallarán

cantando, pero no me dejes recordar entonces

que aún hemos sufrido este verano.

 

 

Jorge Enrique Adoum. Relato del extranjero, 1955.

Imagen: Amalia García Fuertes. Homenaxe del Ateneo Libertario Pastora González y Xosé Tarrío a Joaquina Dorado Pita. A Coruña, 2025.

4 comentarios:

  1. Libro de hojas blancas
    con negro de luto
    porque el nacer te mata.
    Inerte sin embargo
    para el que oye hablas.

    Luis Alberto Ambroggio

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    1. Gracias, Juan. No conocía a este poeta. Lo leeré. Salud!

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  2. Me quedo con tres momentos luminosos de este poema:
    (a) el de "la tarde perezosa a las naranjas".
    (b) el de buena gana someterse "al gobierno del ocio y sus racimos".
    (c) el del "día desnudo".
    Gracias, Conrado.
    Salut!

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    1. (d) el de "pero no me dejes recordar entonces / que aún hemos sufrido este verano".
      Un poema de tenaz luminosidad. Gracias a ti, Joan. Salut!

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