La autoridad competente
advierte a la población que andan sueltos unos cuantos jóvenes cimarrones,
matreros errantes, vagos y mal entretenidos, que son portadores del peligroso
virus que contagia la peste de la desobediencia.
Afortunadamente para la salud
pública, no es difícil identificar a estos sujetos, que manifiestan una
escandalosa tendencia a pensar en voz alta, a soñar en colores y a violar las
normas de resignación colectiva que constituyen la esencia de la convivencia
democrática. Ellos se caracterizan por carecer del certificado de vejez
obligatoria, pese a que, como es notorio, este documento se proporciona
gratuitamente en cualquier esquina de la ciudad o palenque del campo, en
cumplimiento de la campaña “Mente anciana en cuerpo sano”, que nuestro país
realiza con éxito desde hace ya muchos años.
Ratificando el principio de
autoridad, y haciendo caso omiso de las provocaciones de esta minoría de
alborotadores, el Superior Gobierno deja constancia, una vez más, de su
irrevocable decisión de continuar velando por el desarrollo de los jóvenes, que
son el principal producto de exportación del país y constituyen la base del
equilibrio de nuestra balanza comercial y de pagos.
Eduardo Galeano. Patas Arriba: la escuela del mundo al revés.
Siglo XXI, 2008.
Imagen: Guy Kopelowicz. Protestas
en París, mayo del 68.
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