BUENAS
NOCHES, BOAS NOITES
Quisiera
agradecer al Excelentísimo Presidente de la Diputación, a los señores y señoras
diputados y diputadas, al Consejero de cultura de la Junta y al Conselleiro de
cultura de la Xunta de Galicia, a los Excelentísimos procuradores y
procuradoras de la Junta de Castilla y León, a todos ellos que nos han honrado
con su ausencia en esta presentación.
Dentro
de los actos paralelos a la “bienal del coche robado” que tradicionalmente se
celebra, con gran éxito, en este municipio, hoy tenemos esta presentación poética.
Antes
de nada, y antes de empezar a hablar, quiero decir algo. Tres cosas para que
nadie se asuste:
La
primera: esto no va a ser la típica presentación peñazo de poesía, esto va a
ser una presentación peñazo, pero atípica.
La
segunda: me comprometo a no hablar ni de política, ni de la abstención técnica, que me tiene
obsesionado esta semana. Solo y únicamente de poesía.
Y la
tercera: ¡qué yo he venido aquí a hablar de mi libro! Porque este libro es mío
y lo voy a demostrar claramente: si abrimos la página cinco vemos que reza “Aurelio Alonso, Veguellina de Orbigo 15 de
noviembre de 2015” y hay también una
dedicatoria que no he leído, que luego la leo si eso, pero ¡el libro es mío! Y la
propiedad privada es una cosa muy seria, amiguitos, como veremos después. El
que rece en la portada Conrado Santamaría es claramente circunstancial e
irrelevante. ¡El libro es mío!
Además
estoy tan de acuerdo con todos y cada uno de los versos que contiene que, o
bien lo alabo en público hasta la náusea, o bien me lo tatúo en la espalda sin
anestesia. Después de mucho pensar he decidido desechar lo de tatuarlo, no por estética ni por lo doloroso que pudiera
ser, sino porque he consultado y sale
caro que “nin Dios”.
Así que vamos allá. A alabarlo y avalarlo.
LA
POESÍA, EL HECHO POÉTICO.
La
poesía es una cosa que no lee nadie, y no me extraña. Hacen bien.
Llevan
años las poetas y los “poetisos” asustando al personal, echando a la gente del
teatro. Unos “truños” sacralizados que
solo entienden ellos y la mitad de las
veces ni siquiera ellos, ni con prismáticos.
Y
así con fe y con perseverancia numantina enlodan sus egos enormes de artistas “artistísimos”
en discusiones bizantinas sin contenido ni fin aparente. Discusiones que han conseguido que la mayor parte de los
lectores, incluso los, a priori, más
proclives, escapen de ellos como de la peste bubónica.
Una
de las discusiones que más tinta ha vertido es sobre si la poesía es un arma
cargada de futuro, y si tiene o no que reflejar la realidad. Si tiene que
dotarse de un contenido social o ser un jarroncito chino lleno de aire del
Himalaya,
que
no se rompa ay madre
que
no se rompa.
Y en
eso están las poetas leyéndose entre ellas, y los “poetisos” bebiendo y percibiendo en el aire las repercusiones que
en la sociedad producen sus tertulias. Y todos esos dictadores y esos
financieros preocupadísimos con los poemas…
Y
unos venecianos y otros de la
experiencia, y a unos no
los lee ni el tato en estos tiempos infames de triunfitos y de “sálvames”, y a
los otros que tampoco los lee… ni su propio editor.
Porque
hablan de la “otredad” y del “yo”, y de “yo soy el otro” y de la “mismisidad” y
de la levedad del ser de… y de… y mientras, veinticinco o treinta energúmenos
del Hemisferio Norte se quedan con el equivalente a toda la pasta que produce
todo el Hemisferio Sur.
Veinticinco
o treinta energúmenos de la Isla de Manhattan que necesitan para vivir lo que
producimos todo el resto y lo que tenía que quedar para los que vienen detrás.
Y
mientras los poetas se la cogen con el
papel de fumar hecho con las lascas del marfil que les sobró de construir sus
torres, el resto abandonamos el capitalismo para, sin solución de continuidad, sumergirnos de lleno en un feudalismo bancario que nos roba el tiempo, la salud y las
caricias de nuestros hijos.
Y
mientras esto ocurre, saquean al currito, al comerciante y al ganadero, al
agricultor y al profesor, al autónomo y al funcionario, al empresario y al
pobre.
Y mientras
esto ocurre nos embrutecen con su teatro bufo, con su fuegos fatuos, con esa
pelota eterna rodando sobre un césped de linóleo.
Mientras
los “poetitisos” y las “poetitisas”
contemplan con el alma de su lupa el leve aleteo de la libélula alada.
Porque
amiguitos, los malos se han quedado los Bancos Centrales: ¿las máquinas de
hacer parné? Sí. Y van por la Sanidad y la educación, por las pensiones y
por nuestro dinero y nuestro tiempo. Y
por nuestra felicidad. Y lo logran
porque tienen unos poetas en nómina que retuercen el lenguaje, que inventan
palabras… que con cuatro palabritas finas nos roban… nos roban...nos roban.
La
de esta semana es increíble, es muy buena: “abstención técnica”.
¿Qué
“carallo” es eso?
De
los autores de:
“No
digas negro, di de color.”
“No
digas obrero ni trabajador, di operario.”
“No
digas empresario, di emprendedor.”
“No
digas campo de concentración para pobres, di Centro de internamiento de
extranjeros o CIE que queda más aséptico.”
“No
digas tortura legal, di ficheros de internos de especial seguimiento o FIES.”
“No
digas estafa di crisis”.
“No
digas asesinar, di abatir.”
“No
digas impuesto al sol di subvención al autoconsumo.”
“No
digas “pasta para que te calles”, di indemnización en diferido.”
Bueno,
pues de esos reconocidos autores esta semana llega:
No
digas “tamayazo”, no digas “haz lo que mandan los verdaderos jefes” di abstención técnica”.
Uy,
me parece que estoy hablando de política.
A lo
que quería llegar yo es que por eso son tan necesarios poetas que abran camino como
el chico éste. Poetas guerrilleros del “pan pan” y del vino tinto, de los de la
boina calada aunque le intenten capar el rabo a escuadra. Cantores que nos
pongan la verdad delante. Que nos muestren las cadenas que creemos no tener y
que canten como cantaba el gran poeta anónimo.
Así,
que sin más, os voy a leer un poema. Preparaos, agarraos a la silla, armaos de
paciencia que ya va y es largo.
Se
titula “salario”.
SALARIO
Por
un salario,
los años
y los días
me
han expropiado.
Conrado
Santamaría.
¿Esto
es un haiku o un koam? o ¿es un “ostiazo a ver si despiertas”? .Un “date con el
alpargate”.
A
ver si con tanta crisis y tanto miedo y tanta miseria nos vamos a pensar que el trabajo es bueno. Que
no, que es malo, que nos expropia la
vida, que nos quita el sol y el derecho a la pereza. Que nos quita la embriaguez y los besos, y las
carreras y los saltos, y el pisar los charcos y el robar la fruta y los gritos
y los corros y, en definitiva, jibariza al niño grande que por dentro nos
alimenta.
Que
el trabajo no es necesario, ¡coño!
lo
necesario es el salario.
Bueno,
a lo que iba, que yo no quiero hablar de
política.
Conrado
nos presenta una poesía justa y necesaria, que va a ser nuestro deber y
salvación. Una poesía clara, preclara. Una poesía guerrillera de interior. Lo
explica en su poética.
Voy a leer otro poema
“Agarraivos”
otra vez que también es largo.
Poética
No
llames y abre
la
cancela del miedo
hasta
darte alcance .
Conrado
Santamaría.
Es
decir, no pidas perdón ni permiso,
levanta el velo del miedo y de la ignorancia. Hay que quitar el “canguele”, hay
que denunciar y levantarse donde toque porque es muy fácil salir de ésta… y muy
difícil también.
El
ser humano va camino de un barranco, por el camino del feudalismo
financiero-mediático nos van llevando a una distopía de extinción, quiero decir
que nos vamos al “carallo”. En octubre,
en manga corta en el Valle de Balboa y no nos damos por aludidos.
Para
que cuatro “paspanes” se coman todo, nos encontramos con un futuro atroz del que no
saldremos como especie, y todo porque la vorágine contagió a los más ignorantes
y a los más miedosos, y porque todos seguimos pedaleando por avaricia o por
miedo moviendo el carro de los ultrapoderosos.
Pero
todavía hay una pequeña esperanza: nunca el ser humano estuvo más cerca de una
sociedad justa, hoy se puede hacer la revolución sin pegar un solo tiro.
Con
obligar a los que no salen ni en la lista Forbes, de lo ricos que son, a que
nos devuelvan nuestros Bancos Centrales. A devolvernos nuestra soberanía
económica. Con que levantemos nuestros
índices (o nuestros dedos corazón) y digamos
-¡no os vamos a pagar y además no tenéis nada! - solo tenéis apuntes contables, bits de
ordenador que se borrarán como lágrimas en la lluvia.
Con
eso… solo con eso, estaría resuelto. No habría que hacer nada más porque
ciertamente no tienen nada.
Por
eso hay que desbrozar toda esa parafernalia mediática que nos embrutece, todos
esos corifeos paniaguados que defienden el dolor y la ignominia, esos que son
capaces de inventar conceptos como “abstención técnica” y quedarse tan panchos.
¿Pero
alguien en su sano juicio puede explicar que significa “abstención técnica”? O votas si o votas no. Ya lo de abstenerse es
raro, raro, raro, pero abstenerse
técnicamente… ya manda huevos.
Me
recuerda a los que manipulaban antes, a los que vendían una plaza en el más
allá. Tenían el cielo, tenían el infierno, y luego montaron el purgatorio que
era como una especie de inferno del alquiler. Al tiempo tenían el limbo de los
justos… ¡ay mamá! les dejamos tres
siglos más y nos montan cuatro o cinco estancias más.
Pues
los de ahora lo mismo, que “sí”, que “no”, que “nulo”, que “abstención”, que “sí
con condiciones”, y ahora “abstención técnica”…
Ya
estoy otra vez con la política. ¡Dios mío!
Bueno,
pues para luchar contra estos (que son los que de verdad sostienen el tinglado)
quizás, tal vez, a lo mejor… sirva la poesía de Conrado.
Yo
me cago en Botín todos los viernes,
y
los lunes también, cuando amanecen
los
números en rojo, la quincalla,
los
muertos robacueros y chinchetas.
Yo
me cago en Botín por las mañanas,
por
las noches también y al mediodía,
lluevan
hostias, granicen pelotones,
capen
a escuadra el rabo de mi boina.
Yo
me cago en Botín sin calendario,
en
cuclillas, boca arriba, al tresbolillo,
en
público, en privado, con soltura,
luego
me voy silbando, y ahí queda eso.
Yo
me cago en Botín con beneficio,
yo
me cago en Botín puerta por puerta,
yo
me cago en Botín ciento por ciento,
yo
me cago en Botín diente por ojo.
Quizás si el mundo llega a caminar hacia un equilibrio, hacia un respeto a nosotros ya nuestro entorno, hacia una justicia real (porque hay para todos y de sobra), quizás si el mundo se salve, alguien recordaría este libro.
Al final sería cierto que la poesía sirve para algo.
Ahora
que lo pienso: a lo mejor se refieren a “abstención técnica de vehículos” que
debe de ser algo así como un aparcamiento-limbo de los justos a dónde van los
vehículos insumisos a la ITV. No sé… en fin... os dejo con el AUTOR.
Autor: Aurelio
Alonso
Imagen:
David Plunkert
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