A Jaime García Terrás
Arriba Shen y Shang giran sin encontrarse:
como las dos estrellas pasamos nuestras vidas.
Noche de noches, larga y nuestra, sea esta noche:
nos alumbra la mansa luz de la misma lámpara.
Miro tus sienes, miras las mías: ya cenizas.
Los años de los hombres son rápidos y pocos.
Brotan nombres amigos: la mitad son espectros.
La pena es alevosa: quema y hiela la entraña.
Veinte años anduve por el mundo inconstante;
ahora, sin pensarlo, subo tus escaleras.
Cuando nos separamos eras aún soltero;
hoy me rodea un vivo círculo risueño.
Todos, ante el antiguo amigo de su padre,
se aguzan en preguntas: ¿de dónde, cuándo, a dónde?
Preguntas y respuestas brillan y se disipan:
tus hijos han traído los cántaros de vino,
arroz inmaculado, mijo color del sol
y cebollas cortadas en la lluvia nocturna.
Hay que regar, me dices, con vino nuestro encuentro.
Sin respirar bebemos las copas rebosantes
diez veces y otras diez y no nos dobla el vino.
Nuestra amistad lo vence: es un alcohol más fuerte.
Mañana, entre nosotros –altas, infranqueables–
se alzarán las montañas. Y el tráfago del mundo.
Tu Fu (China, 712-770). Versión: Octavio Paz
Imagen: El poeta Tu Fu
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