Cielo, nubes negras,
el bar, las sillas:
como piedras sin sueños.
Vacío,
el mundo empezó a ser nada,
se sentó el desconsuelo
en paredes llanas y antiguas;
honda, hondísima tristeza.
Era temprano o quizás
los días no se movían.
Todo olía a tragedia, azufre.
Busqué, escarbé con sangre de uñas.
¿Cuándo nos hicimos tan ciegos, tan quietos?
¡Cómo crecimos en fronteras!
Era tarde o quizás
pudimos salvarnos,
pero fue el fin del mundo.
Cristina Boyacá. Óxido.
La Vorágine, 2018.
Imagen: Francesca
Woodman. House, 3. Providence,
1975-1976.
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