miércoles, 31 de marzo de 2021

La aldea del apoyo mutuo


 

en la aldea del apoyo mutuo el nombre ama anda por ahí como una cantinela a las ocho en la penitenciaria de la memoria se llama el principio federativo y la filosofía del progreso lo saben los codos del soldado que pasan de uniforme en uniforme el nombre por la manera en que los hiladores dicen no a la semana de cincuenta y siete horas y media las palabras atadas por los fabricantes a las mulas 1855 en las fábricas textiles catalanas el nombre de la voluntad es la facultad de decidir y ordenar la propia conducta las madres entran en el sueño en los sanatorios minuciosamente repetida envejece la misma estrella el nombre es favorable a la decisión de uno mismo se llame emancipación o se llame los desheredados los libros como los arrozales entierran sus sienes bajo el tiempo de las instauraciones el sudor la saturación de las grasas allí firma cada uno su rostro se posa en las sandalias de esparto para pertenecer a la aldea pacta sus huesos con el verano es el desierto quien presta sus peldaños a la escalera de jacob es el nombre quien dice cuanto los labios imitan definitivamente otra bondad que el saber desconoce una destilación de cebada que desvanece el rigor de la autoridad su himno movedizo dice algo a los padres famélicos se despide de la revolución en la calle pushkin los suprimidos se afilian a la federación de resistencia al capital los cucharones entran en la posesión del estado a remover el caldo de los procesos y el nombre que no había dicho tierra ni pronunciado libertad habla y dice tierra y dice libertad con su sola mirada el nombre es juicio habla con la pérdida y con lo que va hacia lo último de su verdad el nombre muerde su propia indefensión de lenguaje se desangra como los cerdos que la buena gente cuelga de los ganchos no grita el nombre para que se le entierre se sirve otra jarra de vino en la que los alguaciles echan sus cobres los perros los caballos a su manera son nombre la justicia humana arrojando sustento a las esposas abofeteadas tras la algarada del domingo poco antes el nombre ya ha gritado ¡viva la anarquía! pide sueño a la noche que se apropia con los dientes de las tierras comunales pide una biblioteca donde apoyar la mentalidad enseñanza mixta cooperativas escuelas racionalistas para las clases pobres sometido a la anticipación de lo invisible se levanta el nombre sobre los escombros de la guerra se concilia con las sociedades obreras y la resistencia a las hambres dice unión y solidaridad porque así el nombre nombra la acción directa que trae la ausencia de significados previos a las ciudades a las zonas industriales a los poblados mineros para hablar del beneficio para exigir la condición de la mujer para denunciar la explotación de los menores el nombre está ahí y significa lo que grita el sol desnudo el infinito metro cuadrado de los esclavos ¡libertad para todos! el ser desnudo el nombre desnudo del sol el alcohol de la vida

 

 

Juan Carlos Mestre. Museo de la clase obrera. Calambur, 2018.

Imagen: Paul Signac. Au temps d’harmonie: L’Âge d’or n’est pas dans le passé, il est dans l’avenir, c. 1896.

martes, 30 de marzo de 2021

CATARSIS


 

Frente a mi casa, un bidón metálico.

En mi mano derecha, una bolsa de basura.

 

Dentro se mezclan

mis ganas de dominio,

mis distracciones y adicciones,

mi distancia del mundo,

mi coraza, mi ego, mi ceguera.

 

En la otra mano llevo

una lata de líquido inflamable.

 

Arrojo a la basura el bidón.

La rocío.

Luego le prendo fuego

con mi única cerilla:

mi esperanza en nosotros.

 

 

Ariadna G. García. En (Tras)lúcidas. Poesía escrita por mujeres (1980-2016). Edición de Marta López Vilar. Bartleby, 2016.

Imagen: Gregory Crewdson

lunes, 29 de marzo de 2021

[Transgredir o transigir,]


 

Transgredir o transigir,

¿en qué transgresiones

nos hemos perdido?

 

 

Amalia García Fuertes

Imagen: El Lissitsky. He aquí dos cuadrados, 1920.

domingo, 28 de marzo de 2021

EL FUTURO ES UN TIEMPO QUE NUNCA LLEGA


 

¿Es cierto que el futuro es ese lugar en donde nadie quiere vivir?

 

¿Es posible que en cada uno de nosotros exista un miedo irreconocible a no poder salvar el mundo?

 

La inmortalidad será posible tan sólo si cedemos nuestras emociones más íntimas a las grandes firmas publicitarias.

 

La sociedad es un animal sin pulso como las imágenes que recogen en la calle las cámaras de visión nocturna.

 

Las noticias hablan de la conveniencia de volver a las estructuras políticas del pasado, a una dimensión moral que pensábamos obsoleta.

 

Dónde termina mi autenticidad, me pregunto, y comienza la construcción audiovisual de mi pensamiento.

 

Pones tu cabeza en mi hombro, coges mi mano.

Me dices: no te preocupes, el futuro es un tiempo que nunca llega.

 

Pero también tú tiemblas, igual que una pantalla mal sintonizada, ante la posibilidad de que, incluso nosotros, formemos parte de esa multitud que compite por alcanzar la felicidad.

 

Las preguntas que gobiernan el mundo están equivocadas, pienso.

 

¿Hacia dónde me llevan las palabras que pronuncio?

¿De qué forma perciben los que me rodean el más común de mis movimientos?

 

La conciencia de las masas oscila según los impulsos del marketing político.

 

Todas las veces que nos hemos amado, te digo, se encuentran almacenadas en la base de datos de alguna multinacional.

 

Apago el sonido de la televisión y los gestos que me transmiten los tertulianos son de alerta ante la inminente cercanía de una realidad distópica.

 

El futuro nos amenaza con hacer crecer una guerra en cada uno de nosotros.

 

El alcohol y las drogas se convertirán en las formas más aceptadas de expresar emociones, y la poesía

                                               la poesía desaparecerá en la enfermedad capitalista de la industria.

 

No somos los únicos que agitan en sus manos un corazón en llamas.

 

Lo inmoral sería no ir en busca del misterio que hay detrás de las horas.

 

Cuido de mi existencia al intentar dar amparo con mi voz.

 

Enumero mis buenos actos para olvidar la sed que  me provoca el consumo diario de pastillas para dormir.

 

Para que ninguna cámara de vigilancia pueda leer nuestros labios, nos decimos al oído que la felicidad no se encuentra en mitad de esta catástrofe.

 

Abrázame, te digo, para protegernos de la velocidad con que pasan los días.

 

 

Rodrigo Garrido Paniagua. El amor en la era del Big Data. Difácil, 2020.

Imagen: Archillect

sábado, 27 de marzo de 2021

[Ponte a adorar a ese banco a ver]


 

Ponte a adorar a ese banco a ver

qué sale.

Yo soy una paloma negra,

un mal cristiano:

ahora mismo tengo dos madres.

 

 

Conrado Santamaría. Lóbiter (Archivo de crisis). Amargord, 2019.

Imagen: Mircea Suciu. Study for failure (3), 2020.