Joseph K
Es señalado con cenizas de Babel
De ahí que su lengua
No sea compartida por los jueces.
Sólo quien rompe
La maldición de la única lengua,
Quien habla
El idioma del reo
Y la jerga del portero del tribunal,
No fatigará el banquillo de acusados.
Joseph K
Ignora el santo y seña,
El ábrete sésamo de la lengua
Que lo juzga en las fronteras del vacío.
Si dijera un vocablo,
Sus jueces escucharían otro diferente.
¿Qué juez, desde la gran Torre
Podría escuchar en todos los idiomas
El desamparo del hombre?
Joseph K
No logra medir
La lengua bífida de la ley
Que le exige franquicia para el sueño.
Los mismo ladrillos cocidos al fuego,
El mismo betún
Y la argamasa de la Torre de Babel,
¿Levantaron las leyes del Castillo?
¿Qué hay
Detrás de las puertas del tribunal?
Ni el mismo centinela lo sabe,
Señor K, agrimensor del olvido.
Juan Manuel Roca. Biblia de pobres («Biblia Pauperum»). Visor, 2009.
Imagen: Orson Welles. El proceso, 1962.
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ResponderEliminarLa lengua como instrumento de dominación. Gran poema!
ResponderEliminarSalud!
Pero también como palanca de liberación. Salud!
EliminarAsí es, Conrado. "Huyo, pero en mi huida busco un arma", decía Paul Eluard. Finalmente, ese arma siempre es la palabra. "...si abrí los labios hasta desgarrármelos, me queda la palabra".
EliminarSalud!
El decir es hacer. Salud, Loam!
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