sábado, 2 de abril de 2022

[Claudico a ratos]


 

Claudico a ratos

pero solo a ratos,

porque ya hasta me da pereza claudicar…

Me da pereza…

Me hablan y apenas sé escuchar

otra cosa que lo que me apetece oír,

y sigo adelante como un náufrago

de tierra adentro,

convencido de que el hombre es mientras respira

y que dan igual la fecha del calendario,

los oscuros números bancarios,

el debe y el haber,

el futuro como existente inexistencia,

el tener y el no tener…

Cada día es más para la búsqueda

de la comida precisa que para soñar mundos…

Esto no lo arregla más que un baño de sangre en condiciones,

estoy convencido,

porque el agotamiento lleva siempre a la sangre

y ya vamos estando muy agotados…

Y me digo que soy capaz…

“Felipe, eres capaz”…

Y respiro hondo mientras me pregunto

por qué a mi capacidad personal

se le suman millones de pequeñas y grandes incapacidades ajenas

que hacen que mi capacidad parezca una incapacidad…

Hablo hilando ideas

y soy capaz de escribirlas,

dibujo como me sale de los cojones

y cuando quiero,

sé encender y apagar la luz,

comer con las manos

y hasta con el tenedor de pescado,

aprendí a saber estar en condiciones dispares,

toco la harmónica

y se reconocen dos o tres canciones cuando lo hago,

manejo con soltura diez o doce programas informáticos,

sé contar hasta lo que no tengo,

sé vestirme por las mañanas

y desnudarme por las noches,

reconozco varias plantas comestibles

mientras camino por el campo,

sé encender cualquier tipo de aparato

con un mando a distancia,

pelo naranjas,

puedo limpiar zapatos

sé coser un botón

y hacer ocho o diez piezas distintas de origami,

puedo ponerme bizco a voluntad,

andar a la pata coja,

tocarme la punta de la nariz con la lengua

o tocar la flauta con la nariz…

¿Por qué duda de mí el banco?...

No sé…

Si suelo ser fiable

y acostumbro a cumplir con mis compromisos,

pero claudico a ratos

y me dejo caer sobre el sofá como un fardo,

y cierro los ojos

y pienso en esta realidad virtual

que es pura mierda,

y pienso que no disfruto lo que me apetece,

y pienso en todas las cargas que llevo

en la jodida espalda sin haberlas buscado,

y pienso en cosas tan absurdas

como los derechos de los trabajadores

o el ridículo estado de bienestar,

en la Seguridad Social

(que es seguridad para algunos

y miseria para los demás),

en los imbéciles que votan sin saber

lo que están haciendo,

en las doce o trece grandes mentiras

de nuestro mundo ridículo…

Y luego me levanto con un ligero dolor de cabeza

y me balanceo sobre mis caderas

buscando cierto equilibrio

con el que claudicar…

Y vuelvo al tono de este “es así”,

a ser un tonto constante

en este continuo que es el fracaso…

Y luego pienso cómo a la lluvia,

al sol,

al nublado,

al viento,

al río que fluye y se seca,

a las nubes dispersas…,

les resbala el sistema del hombre

porque,

sencillamente,

no es importante

 

 

Luis Felipe Comendador. Como regar el agua. Garvm, 2022.

Imagen: Paulo Nozolino

2 comentarios:

  1. No es el sol, ni el río, ni las nubes quienes han pensar en nosotras. Somos nosotras quienes han de pensar en ellos, como la madre preñada que acaricia su vientre.

    Salud!

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    1. Así es, Loam, pero hemos olvidado qué sea eso de pensar. Salud!

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