La revolución se erguía como un sueño
capaz de andar desnudo entre los hombres.
Mil novecientos diecinueve.
Tu sangre salpicó los derribados muros, Rosa
Luxemburgo.
José Ángel Valente. Treinta y siete fragmentos, 1971. En Punto cero. Poesía 1953-1979. Seix Barral, 1980.
Imagen: El Lissitzky. Monumento a Rosa Luxemburgo, 1919-1921.
Valente ¡Qué bien traído! Conrado.
ResponderEliminarEse bien soñar cuya condición es la desnudez del cuerpo que sueña. Y así, Rosa, de nuevo, apareciendo.
Valente, siempre desde su punto cero. Salud, Joan!
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