martes, 31 de mayo de 2016

Traspié entre dos estrellas



¡Hay gentes tan desgraciadas, que ni siquiera

tienen cuerpo; cuantitativo el pelo,

baja, en pulgadas, la genial pesadumbre;

el modo, arriba;

no me busques, la muela del olvido,

parecen salir del aire, sumar suspiros mentalmente, oír

claros azotes en sus paladares!


Vanse de su piel, rascándose el sarcófago en que nacen

y suben por su muerte de hora en hora

y caen, a lo largo de su alfabeto gélido, hasta el suelo.


¡Ay de tánto! ¡ay de tan poco! ¡ay de ellas!

¡Ay de mi cuarto, oyéndolas con lentes!

¡Ay de mi tórax, cuando compran trajes!

¡Ay de mi mugre blanca, en su hez mancomunada!


¡Amadas sean las orejas sánchez,

amadas las personas que se sientan,

amado el desconocido y su señora,

el prójimo con mangas, cuello y ojos!


¡Amado sea aquel que tiene chinches,

el que lleva zapato roto bajo la lluvia,

el que vela el cadáver de un pan con dos cerillas,

el que se coge un dedo en una puerta,

el que no tiene cumpleaños,

el que perdió su sombra en un incendio,

el animal, el que parece un loro,

el que parece un hombre, el pobre rico,

el puro miserable, el pobre pobre!


¡Amado sea

el que tiene hambre o sed, pero no tiene

hambre con qué saciar toda su sed,

ni sed con qué saciar todas sus hambres!


¡Amado sea el que trabaja al día, al mes, a la hora,

el que suda de pena o de vergüenza,

aquel que va, por orden de sus manos, al cinema,

el que paga con lo que le falta,

el que duerme de espaldas,

el que ya no recuerda su niñez; amado sea

el calvo sin sombrero,

el justo sin espinas,

el ladrón sin rosas,

el que lleva reloj y ha visto a Dios,

el que tiene un honor y no fallece!


¡Amado sea el niño, que cae y aún llora

y el hombre que ha caído y ya no llora!


¡Ay de tánto! ¡Ay de tan poco! ¡Ay de ellos!





César Vallejo. Poemas humanos. En Obra poética completa. Alianza, 1994.

Imagen: Martín Chambi. Joven mendigo, 1934.

lunes, 30 de mayo de 2016

No me arrepiento



Blas de Otero, cuánto has cambiado.

Bilbao, Madrid, París,

Praga, Moscú, Shanghái

La Habana, Zúrich,

y pueblos, llanuras, montañas,

ríos

mares nuestras y lejanas,

hombres de frente y de perfil,

escuelas, hospitales,

calles y plazas sin fin,

Blas de Otero, descansa

un poco, cese el trajín

de los años, los azares,

las luchas,

papeles manchados, versos

arrancados de raíz

a la vida, Blas de Otero,

que viene la muerte

y te coge desprevenido,

que es como quiero morir.





Blas de Otero. Hojas de Madrid con La galerna. Galaxia Gutenberg, 2010.

Imagen: Blas de Otero en Granada, 1976.

sábado, 28 de mayo de 2016

OTRA LECCIÓN DE HISTORIA



Toda la Historia fue un malentendido.

Si hoy Craso y Espartaco se encontraran

en la cervecería, liberado

ya aquél del poderío y de la púrpura

y el hedor de la sangre, éste del hierro

que le oprimió el tobillo antes de herirle

del último zarpazo,

podrían dialogar tranquilamente,

risueños, divertidos, asombrados

de que ¿por qué minucia? tan distintas

transcurrieran sus vidas. (Lady Macbeth

erró al creer de Arabia los perfumes

incapaces de hacer blanca su mano,

sin letal pestilencia. Basta el tiempo

y acaso el turbio aroma de los cómplices

y nada más para borrar el crimen).

Mauthaussen fue un error; Chatila y Sabra

no significan más que el gesto torpe,

sin estudiar, de un mal actor novato,

pero que al fin domina el escenario

y el público le aplaude

porque supo, maduro, dominarse

y hacer que se olvidara lo molesto

difuminado en la distancia. Nadie

fue quemado en la hoguera por negar

la enseñanza del Papa; en todo caso,

no es sensato guardar tan viva imagen

de un suceso anecdótico, ya viejo,

sólo un simple y vulgar malentendido,

que no impidió el progreso de los hombres

hasta alcanzar la bomba de neutrones,

la pasión comedida, el aprobado

vital donde se esconde el conformismo,

donde nada recuerda tanta infamia

reproducida ahora, en este instante

que olvidarán también en el futuro

mis hijos y tus hijos si se encuentran

en la cervecería, sin memoria.





Carlos Álvarez. Memoria del malentendido, 1989. En Seguiremos sembrando. (Antología 1984 – 2010). Bartleby, 2016.

jueves, 26 de mayo de 2016

TELECAPITALISMO



¡quién puede llevar a cabo hoy día huelgas de obreros sin
clase, de trabajadores sin fábrica o de proletarios sin ideología!
Solo cabe soñar con el bienestar soñado por una clase obrera que,
camino del paraíso se encontró con el mercado y se detuvo,
no sabemos hasta cuándo, para hacer sus compras.

Julián Sobrino



De la jaula de oro a la escombrera.


De estabilidad laboral, sueldo fijo y jubilación

a trabajo basura, inestable y elástico.


De treinta años en la empresa

a cómo se llama esta semana la empresa,

de quién es esta empresa,

a dónde se han llevado esta empresa.


De toda una vida a las relaciones fugaces, obrero puta,

el capital no quiere fidelidades.


De mi casa, mi barrio,

a sin horizonte, pura movilidad sin fin.


De clase trabajadora a Operación Triunfo.





Antonio Orihuela. La piel sobre la piel, 2005. En Esperar sentado (Poesía completa 1992-2012). La Baragaña, 2013.

Imagen: Petr Lovigin