El ciego va tentando el
camino.
El ciego tiene el oído muy
fino.
Los sonidos se perciben por
medio del oído.
Oigo voces susurrantes.
El viento susurra.
Susurra el agua.
Oigo voces indistintas.
Oigo sonidos indefinidos.
Oigo pisadas.
Oigo silbidos.
Oigo bocinas.
Oigo el bullicio de la
calle.
El ciego camina con tiento.
El ciego palpa.
El miedo es palpable.
Oí ráfagas de
ametralladoras.
Las ametralladoras
tabletean.
Oí rodar tanques.
Rebombaban los disparos.
Oí volar rasantes a los
aviones.
Repercutían los estampidos.
Los estampidos turbaban el
silencio.
Después silencio.
¡Tarará! suena la trompeta.
El sonido de la trompeta es
penetrante.
Oigo bandas militares.
El pífano es agudo.
¡Bam! hace el bombo.
Oigo marchar soldados.
Oigo cajas.
Los tambores redoblan.
¡Rataplán! hacen los
tambores.
Oigo toques de clarines.
Los clarines suenan
agudamente.
Oigo voces de mando.
Perdí la vista cuando niño.
Perdí el recuerdo de mi
rostro.
El ciego cuenta peldaños.
Oigo ruidos insólitos.
Oigo voces lagrimosas.
Oigo lamentaciones.
Oigo el silbato de un tren.
Oigo un llanterío.
Se oye la marejada.
Oigo rezongos.
Oigo palabrotas.
Oigo quejas.
Oigo risotadas.
Oigo absurdos.
Oigo resuellos.
Campanillean las máquinas
registradoras.
Los frenos rechinan.
Una perforadora horada el
pavimento.
Las campanas suenan
claramente.
Las herraduras flojas
suenan.
Las ruedas de las carretelas
chirrían.
Los chacareros van al
mercado.
Los comerciantes pregonan.
Los compradores regatean.
Gritan los mercachifles.
Huelo caucho vino frutas
peras manzanas.
Huelo anís comino clavo.
Huelo bálsamos de flores.
Huelo almizcle ajos.
Huelo olores rancios
repugnantes nauseabundos.
Oigo el vagido del recién
nacido.
Oigo el grito de la
desflorada.
Oigo el estertor del
moribundo.
La ciudad es una inmensa
caverna donde jamás llega la luz del día.
La ciudad es la tiniebla
rumorosa de un gran río subterráneo.
La ciudad huele atruena
calla hiede.
La ciudad es el sepulcro del
mar.
El caracol donde pongo el
oído.
Una colmena invadida por
hormigas.
Los enjambres se separan y
reinas anidan en mis oídos.
El ciego tiene el olfato muy
fino.
Los pescadores huelen a
pescado.
Los bomberos huelen a humo.
Los carpinteros huelen a
madera.
Los suplementeros a tinta.
Los enfermos a remedios.
Los sepultureros a tumba.
Los zapateros a cuero.
Los avaros a dinero.
Los agentes del tirano
huelan a rata.
Los agentes intentan
sonsacarme.
Me amenazan.
Hasta me han ofrecido
dinero.
Para ellos soy ciego y mudo.
Dejen en paz a este pobre
ciego.
Déjenme tocar en paz la guitarra.
Gonzalo Millán. La ciudad. Les Editions Maison
Culturelle Québec-Amérique La tine, 1979.
Imagen: Álvaro Silva, Miguel
Veloso, Cristian Pozos, Nelson Iturriaga, Carlos Vivanco, César Callozo, Jean
Espinoza, Cristofer Rodrigo y Jordan Fuentes. EFE / REUTERS / AFP. Tuertos por
la represión brutal de carabineros en Chile.
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