viernes, 27 de marzo de 2020

LOS OJOS


El oficio ha cambiado. Antes se los amortajaba e iban a la tumba completamente vestidos, con toda su ropa interior, incluidas las medias y, por supuesto, con el mejor traje que tenían. Hoy sólo llevan el sudario, una sábana blanca. Hace años, yo me encargué una temporada de dar clase a los empleados novatos para que aprendieran a vestir convenientemente a los muertos. Aquí había ropa femenina y masculina de todo tipo. Se trataba de ponérsela con la mayor facilidad posible, sin contorsionar al muerto. Era un arte, y lo hacíamos bien. No crea que es un asunto fácil vestir un cadáver rígido.

Los muertos que se entierran en profundidad se mantienen más tiempo «enteros» que los que quedan a poca distancia de la superficie. Siempre son los ojos lo primero en desaparecer. Luego lo sigue el resto de la cara.


(Declarado a El País por Julián Parra, director técnico de una funeraria de Madrid)



Esteban Peicovich. Poemas plagiados. Bajo la luna, 2008.

Imagen: Lutz Friedel. Der Tod und der Bestatter, 2011.

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