El
más gracioso juego de este mundo:
Enviar
como carta linda bomba.
Jorge Guillén
No estaría mal que Trump
muriera.
Lo digo a sabiendas de que
es un pensamiento inmoral
y de que, probablemente, mi
deseo me impida
entrar alguna vez en los
Estados Unidos
por delincuente subversivo.
No me importa, mi
pensamiento es justo.
Lo sé porque, cuando el
señor Trump,
la Gran Mierda Rubia,
pisó suelo europeo, el
apestoso mundo aplaudió
como ratas descerebradas,
como águilas y como cerdos.
Las puertas de la verdad se
cerraron,
incluso las pequeñas puertas
de la razón.
Entonces, las cenizas del
señor Hitler
se regocijaron y removieron,
vocingleras y
ensangrentadas,
porque su sosias acudía a
visitarlo.
Juntos vomitarían mejor
la lacerante (y un poco
estúpida) bilis de la maldad.
La suma fue sincera y el
mundo exclamó:
mierda más mierda da mierda,
¡viva su abundancia!
Ambos comparten la marca
tumefacta
de quienes no deberían haber
nacido,
pero de esto mejor no hablar
ahora
por si acaso me atrapa su
mierda, ay,
culpable de intento de
asesinato como soy.
Adolfo García Ortega. kapital. ya lo dijo casimiro parker,
2020.
Imagen: Loretto street art
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