Todos dimos algún paso inseguro.
Las palabras, cautivas,
trinaban en las bocas la ausencia del tirano.
Algunos despertaban
del miedo aún vestidos con cadenas;
Otros se levantaban, quedamente,
hacia la voz antigua.
El cuerpo se impelía cual reloj detenido.
Veíamos un mundo en su vigilia.
Nos unimos para ello.
Fuera del presidio, con la jaez,
se trazó un puente ciego con el dolor y el alba.
José Morán. Los silencios guardados. Denes, 2008.
Imagen: Equipo Crónica. Desnudo bajando por la escalera, 1971.
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