Hoy
les digo a ustedes, amigos míos,
que
a pesar de las dificultades del momento,
yo
aún tengo un sueño.
Martin
Luther King
Tengo un sueño recurrente,
un sueño profundamente arraigado en el consumismo:
Sueño cada noche que
despierto en un centro comercial diferente pero a la vez idéntico a sus
semejantes. Sueño que empujo carritos que levitan sobre la niebla, con
mostradores atendidos por ángeles que ofrecen mercancías de colores nunca
vistos antes. Sueño que compro –y si el sueño es muy vívido incluso hurto–
kimonos azules, huevos de animales mitológicos, paracaídas… objetos que solo
tienen valor para seguidores de Freud o Lacan, objetos inútiles en la vigilia.
A veces me despierto y acudo
a comprar a centros comerciales que parecen diferentes pero son idénticos a sus
semejantes. Empujo carritos con artrosis entre mostradores atendidos por
súcubos y expositores de mercancías de colores inasibles para la retina.
Inevitablemente compro –porque despierto temo robar– trajes azules, huevos en
oferta, paraguas, muebles levemente suecos, yogures desnatados, tiritas, fundas
para las fundas y somníferos con los que sueño que despierto en un centro
comercial diferente pero a la vez idéntico a sus semejantes y empujo carritos
que levitan sobre la niebla.
Pepe Ramos. En JA!MUSEU. Les jams de poesia del cafè
Museu. VV. AA. El búho de Minerva Ediciones, 2014.
Imagen: Chrysi Gavrilaki. Consumerism: Supermarket No3, s/d.
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