I
Alguien ha rociado la tarde con licores de hierba y bombas de racimo.
La pradera es un galgo que atraviesa los ejes del vacío,
el óxido engranaje de huesos astillados y edificios que oscilan
igual que aquellas norias silenciosas de invierno.
Al fondo, desdentados –skyline de tristeza y desescombros–,
hay un ojo de niebla para el que a ciegas mira
y un párpado tapiado por una espesa sombra.
¿Quién dibuja la escena? ¿Quién se atribuye
el velo de la sangre?
II
Un niño yace muerto bajo un muro de alambres y guijarros.
Huele a frío queroseno y a tímpanos
regados por azufre. Nadie entiende
cómo el ojo del ciervo se impregna para siempre en la memoria.
Pero todos recuerdan a ese galgo que atraviesa el vacío,
el olor a tristeza, los cuerpos del espanto derramados,
esa lengua profunda que lame con hollín la carne putrefacta
donde las moscas verdes arrojan ya sus huevas.
III
¿Cada cuánto prescribe la barbarie del hombre? –te preguntas.
Una vez más, tras las detonaciones,
vuelve a cruzar el galgo.
Sigue solo.
Se oye llorar a dios.
Se escuchan
los latidos de la muerte.
Mario Lourtau. En Nómadas que EDITAn la vida. VV. AA. Coordinación: María Carvajal. Letras cascabeleras, 2024.
Imagen: Said Khatib. A dog wonders past debris following an Israeli airstrike in Rafah, in the southern of Gaza Strip, on October 16, 2023.
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